El otro día, el Mengele canario traía a colación a aquí una frase mía en la que yo afirmaba que lo más extraordinario que me había ocurrido en mi vida era el paso rapidísimo, apenas si ha durado un año, por el blog de Saco. Más o menos así porque mi indolencia, unida a mi pésima organización, me obliga casi siempre a citar de memoria y ésta ya no es muy buena.El médico canalla, como siempre, todo lo distorsiona, canallescamente, porque trataba, con ello, de ensalzar la creación de su dios borracho, trataba de inducirnos a pensar que lo que a mí me apasionaba de aquel blog era su aspecto apolíneo cuando era precisamente todo lo contrario, su furibundo dominio de lo dionisíaco.Como luego, alguna buena amiga mía me reprocha dulcemente que yo escribo para cultos, he de explicar la genial idea del gran Federico, el padre de toda la filosofía moderna.Para Nietzsche, la vida no era sino la lucha entre esos dos grandes impulsos que se debaten en el corazón del hombre, el que lo empuja hacia lo razonable, hacia lo apolíneo, y el que lo estrella contra lo irracional, lo animal, lo bestial, el que rinde un culto intransigente al dios Dionisos, trasunto más o menos literario de Baco.Que Nietzsche tenía razón lo comprobamos si atendemos a lo que sucede allí, en el blog de Saco, junto a apolíneos indiscutibles como Alter K, Pericles, Meskalis y el propio Iñaki, discurren gentes de tan oscura conducta dionisíaca como Malditos Bastardos y el propio Malatesta, por citar sólo a algunos de los muchos que por allí pululan.Alter K, Pericles, Meskalis e Iñaki son esclavos de la lógica más rigurosa, Bastardos y Malatesta huyen de ella como de la peste. Pero todos ellos, por andar por donde andan, por hollar el terreno que pisan, están más o menos lastrados por una tara originaria: el saquismo.El saquismo es una impostura de origen, se basa en la falacia de que el hombre de izquierdas puede ser enemigo de la verdad y aborrecer la justicia, cuando una y otra son la esencia constitutiva del espíritu progresista.En realidad, el dios alcohólico, en sus delirios etílicos, está completamente de acuerdo con un mundo en el que reinan absolutamente la mentira y la injusticia pero finge, muy ladinamente, que él combate éstas terribles circunstancias que afligen a la humanidad.Casi todos los días, en sus homilías, hace como que ataca alguna de las lacras que nos asolan pero, si se rasca un poco el adorno cuasi literario con el que las envuelve, se comprueba la existencia del más feroz de los espíritus reaccionarios. En realidad, él, como sus amos, como sus auténticos patronos, no es sino un ferviente convencido de la absoluta vigencia de los principios ultraconservadores liberales neocons, tal como prueban sus feroces arremetidas contra todo lo que signifique la auténtica izquierda, ésa que defiende a rajatabla los principios del auténtico marxismo, de ahí sus furibundos ataques al derecho a la huelga de los trabajadores, a Cuba, a China, en general a todo lo que huela a marxismo, a todo lo que sea o represente la auténtica izquierda. Es un odio visceral tan irreprimible que no duda incluso en despojarse de ese falsario manto izquierdista que representa su servidumbre al zapaterismo, cuando su odio le enfrenta a un acontecimiento significativo, entonces saca toda su artillería y apunta al comunismo con toda su potencia de fuego. En fin.Y todo esto no sólo es contemplado amigablemente por los apolíneos sino salvajemente celebrado por los dionisíacos porque ni unos ni otros quieren privarse de participar en ese formidable aquelarre que constituye salir al escenario, todos los días, a recibir el estúpido aplauso de la ignorancia que no sabe distinguir entre la izquierda auténtica y esa repugnante imitación con la que el dios borracho diariamente los engaña.Que los que hemos llamado antes apolíneos lo son se demuestra porque, a pesar de compartir pantalla con los dionisíacos, cosa por otra parte inevitable en todos los aspectos de la vida, sus aportaciones al blog son razonables y razonadas, mientras que los acérrimos partidarios del dios de la embriaguez huyen como de la peste de la lógica y se refugian obstinadamente en el reino de la irracionalidad y de la locura.Así, los dos íncubos que antes hemos mencionado como elementos constitutivos de esta facción, Bastardos y Malatesta, que se consideran y proclaman no sólo anarquistas sino también libertarios, han resultado los más obedientes a la proscripción que de mí hizo el dios alcohólico, después de haber sido tan partidarios míos que uno se quitaba respetuosamente su simbólico sombrero cuando yo expuse allí mis ideas sobre la judicatura española y el otro se ofreció gentilmente a ser mi escudero hasta que comprobó que yo no era bien visto por el amo del blog, en el que ahora practica con la admiración casi general sus indiscutibles habilidades de tirititero.En fin, “sic transit gloria mundi”, así pasa la gloria del mundo.