El gobierno letón convirtió hace pocos años la antigua sede de la KGB en un museo sobre la ocupación soviética de Letonia. Un edificio, siniestro por dentro, que tiene en su recibidor el buzón en el que los desgraciados a los que le tocó vivieron bajo aquel régimen podían delatar a su vecinos. No uso la palabra ciudadano porque no viene al caso. En muchos casos, las víctimas salen documentadas con nombre y apellido. Como señalaba Snyder en las Tierras de Sangre, darles nombre y dejar atrás los números es el primer paso para devolverlos entre nosotros...