Revista Cultura y Ocio

La oficina. Lars Berge

Por Mientrasleo @MientrasleoS
La oficina. Lars Berge
     "La caja de cartón ocupaba todo el palé sobre el que se hallaba, una superficie estándar de 1.168 x 768 milímetros. Medía su buen metro de alto y la habían cerrado con cinta de embalaje y unas resistentes tiras blancas de nailon.
     Según el albarán, contenía mobiliario de oficina. Sin embargo, del interior salía un ruido raspante que, al cabo de un rato, se transformó en unos sonoros golpazos asestados contra el sólido cartón, cosa que acabó despejando todas las dudas sobre si la caja no alojaba en realidad a un ser vivo."
     Todos tenemos nuestras rarezas, y entre ellas está el gusto por otras rarezas. De hecho, las detectamos apenas posamos la vista sobre ellas y nos sentimos atraidos hasta el punto de necesitarlas sin saber aún que lo son. Hoy traigo a mi estantería virtual, La oficina.
     Conocemos a Jens Jansen, un hombre que ocupa uno de esos puestos a los que ahora se les llama bajo título inglés, brand manager, en una empresa que fabrica cascos para ciclistas. Jansen lleva una vida gris y desmotivada, tiene un puesto en el que no trabaja demasiado ni tiene muchas responsabilidades, no aspira a ascender, no le gusta lo que hace... nada nuevo para muchos en realidad. Pero Jansen busca una curiosa solución y es llevar lo fugurado a lo real y esconderse del mundo. Se esconde en una zona en desuso de su oficina, desapareciendo sin que sus compañeros parezcan notarlo en un primer momento.
     Con esta premisa del hombre gris y hastiado que no encuentra motivaciones en su vida, Berge nos deja una comedia a ratos tronchante, marcada por un sentido del humor ácido que va poco a poco descarrilando para conseguir una crítica feroz hacia la sociedad actual. Estructurada en capítulos cortos que comienzan a su vez por algún tipo de slogan publicitario, no tardamos en notar que la alienación como empleados o consumidores en la sociedad moderna, será uno de los pilares sobre los que va a apoyarse la historia. Una historia en la que su cobarde protagonista se esconde consiguiendo enterarse de loq ue sucede en la oficina y ver a sus compañeros con otros ojos tras escuchar sus conversaciones. Veremos como sale únicamente por las noches para alimentarse, y también las reacciones de quienes echan en falta su presencia, como por ejemplo  su novia, y las posibles explicaciones que se les ocurren y que van del sucidio al secuestro.
     No me cabe duda de la valentía que hay que tener para escribir una comedia, o tal vez sería mejor decir una novela muy divertida, sin caer en el ridículo del chiste fácil, pese a esconder anécdotas entre sus páginas y, en este caso, Berge lo consigue hacer bien. Incluso muy bien. Tal vez sea por el resentimiento solapado a determinado tipo de empresas y condiciones que se esconde tras alguno de sus chiste, o por su particular forma de caricaturizar los rasgos de algunos de los figurantes de la novela. El caso es que a medida que avanzamos nos vamos dejando caer en la posibilidad de esta situación que ya se nos antoja francamente divertida y, pese a saber que no estamos ante un novelón, disfrutamos del camino.
     Comenzaba hablando de rarezas y es que, la sola idea que articula la historia es, cuanto menos, extraña. Pero también divertida. Así que hoy os invito a sonreís, incluso reir a carcajadas algún rato, con una novela nórdica. No todo va a ser sangre en la llamada literatura del frío.
     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
     Gracias.

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