Revista Educación

La ola que no cesa

Por Siempreenmedio @Siempreblog
La ola que no cesa

En un ya lejano 2008, se estrenó una película aleman a, Die Welle (La Ola), basada en un hecho real. En una aparente historia para adolescentes, una más de esas que se centran en los sinsabores de un instituto, el largometraje da un giro brutal para advertirnos de los peligros de no disponer de un espíritu crítico formado. Durante una semana de actividades especiales, en un seminario sobre totalitarismos, el profesor de la asignatura decide realizar un experimento sociológico con los jóvenes, que forman un grupo, llamado La Ola, donde ejemplificarán los rasgos generales del totalitarismo, como el seguimiento a un líder sin ejercer el pensamiento crítico propio, la unidad defendida frente al diferente a capa y espada, o la creación de rasgos identitarios que, sobre todo, los diferencien de quienes no comulgan con sus ideas. Da escalofríos lo delgada que es la línea entre un ejercicio inocente y la caída en el populismo y el extremismo.

Comienza el seminario la clase negando que en Alemania se pudiera caer otra vez en el nacionalsocialismo, para, en tan sólo cinco días, construir un sistema que se parece demasiado. Podríamos realizar la misma pregunta en España, si sería posible volver a caer en un régimen similar al franquismo. Es bastante probable que todos digamos que no. Pero luego, basta darse un paseo por las redes o escuchar a algunos políticos y tertulianos para entender que el discurso fácil, los titulares capciosos, las frases rimbombantes y vacías campan a sus anchas. Parece que no cesa la ola que arrastra un sistema en el que el otro, el diferente, es el culpable de las carencias locales, que una minoría privilegiada se defiende con uñas y dientes de la igualdad y la justicia. No está de más ver esta película ahora, tanto tiempo después de su estreno, y todavía más desde que este experimento se le fuera de las manos a un profesor de historia de un instituto de California, en Estados Unidos, en 1967.

La ola que no cesa

En mi colegio, cuando apenas teníamos trece años, en la asignatura de Historia se montó un juicio a Franco, con su juez, sus abogados defensores y su Fiscalía. Por el maldito azar me tocó ejercer la defensa. Sigo recordando con horror, aunque intente colocarle las pinceladas de la ignorancia de unas niñas que sólo queríamos ganar un juego, que Franco fue absuelto de sus crímenes. Fue allá por 1992, en España. Aquella clase pasó sin pena ni gloria. A por el siguiente tema. Qué vergüenza más grande.


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