Hola chicos, hoy os traemos una de esas actividades para hacer con los niños que tanto nos gustan. Es cierto que hace algún tiempo que no hacemos ninguna, pero últimamente hemos tenido algunos problemillas de salud.
Aunque estamos en pleno otoño, a algunos tal vez os apetezca hacer una ruta, pero una de esas que son para toda la familia, La Olla de San Vicente. Esta ruta la pueden hacer hasta los más pequeños de la casa, pues no es larga y apenas tiene dificultad.
Os digo como llegar, pero no os preocupéis ya que es muy fácil. Tenemos que llegar hasta Cangas de Onís y una vez allí, pasando el puente romano, tienes dos carreteras. Una, la que sigue de frente y te lleva a Covadonga y la otra a la derecha que te lleva al puerto Pontón. Pues esta última es la que debéis coger, la N-620, que os lleva al puerto Pontón. Como a unos 6 kilómetros, tras pasar por un pueblo llamado Tornín, es donde se encuentra el comienzo de la ruta. No hay perdida, la verás a la izquierda, justo donde hay un bar y antes de pasar un puente.
El aparcamiento del bar es privado (está cerrado) y el que han provisto para los que van a hacer la ruta es muy pequeño, así que o madrugas mucho o tienes que dejar el coche un poco más adelante, pasando un puente hay un sitio donde dejar los coches (allí lo dejamos nosotros).
La ruta comienza justo aquí, donde el bar y la primera parte de la ruta es muy fácil, ya que es un camino llano y ancho. En esta parte te alejas un poco del rio para adentrarte en una zona de prados, con cuadras y abundantes frutales y desde aquí ya podrás tener una perspectiva del cauce de rio y de las partes altas de la montaña, que hasta ahora no se podían ver por la vegetación.
Muy pronto, a unos 10 minutos caminando, te encuentras con un puente medieval de un solo arco, así que fotita al canto y seguimos (no cruzamos el puente, continuamos por el sendero, siempre por el margen izquierdo del río). A partir de este punto la ruta va siempre pegada al rio, por lo que podrás disfrutar de la belleza de la ruta ya hasta el final y podrás realizar pequeñas paradas en las diversas playitas fluviales que nos encontramos a lo largo del cauce del río.
Sobre este punto, se abandona el camino fácil para iniciar la parte en que vamos por un sendero de montaña, osea a partir de aquí tenemos que mirar bien por donde pisamos. Aquí tengo que hacer una aclaración, pues yo no diré lo mismo que otros a la hora de describir la ruta. Antes de ir habíamos hablado con gente que la había hecho y todos nos decían que estaba chupada, que la hacían niños muy pequeños, que no tiene dificultad, incluso alguien me dijo que la había hecho con sillita (me parece imposible, sería otra ruta del mismo rio, supongo),pues yo he de decir que dificultad tiene, sobre todo para los más pequeños, incluso para algún adulto que no esté de hacer rutas.
Aquel día venían con nosotros niños de 4, 8 y 11 años y la verdad es que aun con esfuerzo la hicieron bien, pero no es un paseo.
La mayoría del trayecto discurre entre rocas caídas, un suelo un poco irregular excavado en la roca, tramos de piedra suelta y raíces de troncos derribados.
Después de un rato y tras salvar toda esta zona de suelo irregular, vuelves a girar a la izquierda para alejarte otra vez del río y recuperar nuevamente el camino plano y fácil. Pocos metros y algún avellano más adelante, te aparecerá la meta y la recompensa al esfuerzo realizado.
Habrás llegado a la Olla de San Vicente. Te encontraras con una piscina natural de blanquísimos cantos y de agua de un verde esmeralda junto con un estrechamiento rocoso por donde el Dobra se precipita en forma de cascada. La Olla de San Vicente es un paraje idílico difícil de olvidar.
Aquí tendrás un magnifico sitio para darte un chapuzón después de la caminata (si te atreves). El problema es que no importa en qué estación vayas, ya que el agua estará congelada en cualquier época. Nosotros estuvimos a mediados de septiembre y los que se bañaron dijeron que estaba fría, que cortaba (bueno para los niños no, ya sabéis como son, para ellos nunca estará fría). Eso sí, los que se bañaron dijeron que les había dejado muy relajados. Aquí el que os escribe, mojó un dedo gordo y ya le valió (estaba congelada).
Después del baño nos alejamos un poco para llegar a unas praderas donde comimos y repusimos fuerzas para la vuelta.
Es un paseo sin grandes desniveles y que a nosotros nos llevo 1 hora y cuarto ida y otro tanto la vuelta.
Si os gusta hacer rutas, no podéis perder la oportunidad de hacer esta, con o sin peques pues es guapísima y además no te mata. A nosotros nos encantó y los niños lo pasaron genial. Un saludo de Asturianinos.