Revista Salud y Bienestar
Hace falta más dinero, más seguridad social y una gestión más eficaz de los recursos. En todo ello habrá que esfozarse si se pretende lograr algún día el viejo reto de la cobertura sanitaria universal. Es decir, que todo el mundo tenga acceso a cuidados médicos y no sea necesario arruinarse para tenerlos.
Estas son las conclusiones del último informe anual de la Organización Mundial de la Salud (OMS), del que sus autores han destacado como principal novedad los alarmantes datos de ineficiencia en la gestión de los recursos, que impide a muchos países en desarrollo aprovechar de un modo razonable los pocos recursos que tienen.
Los expertos han estimado que eliminar estas ineficiencias permitiría incrementar la cobertura global entre un 20% y un 40%, que es el mismo porcentaje de dinero que se pierde por culpa del despilfarro y la mala gestión. "Hablando con cautela, cerca del 20–40% de los recursos utilizados en la salud se malgastan; unos recursos que se podrían encauzar en la dirección correcta para alcanzar la cobertura universal", señala el informe.
Un ahorro sustancial podría lograrse, de acuerdo con la OMS, adquiriendo medicamentos genéricos siempre que sea posible, algo que muchos sistemas de sanidad púbicos no hacen, pese a sufrir importantes carencias. El ejemplo a seguir en este aspecto sería Francia, que ahorró tras implementar esta estrategia 2.000 millones de dólares sólo en 2008. "En todos los países existen oportunidades para conseguir más con los mismos recursos. Se suelen emplear medicamentos caros cuando se dispone de opciones más baratas e igualmente eficaces", denuncia la OMS.
El doctor David B. Evans, principal autor del informe, se ha referido también en rueda de prensa a los gastos excesivos en tecnología de última generación o en grandes hospitales que afrontan algunos países en vías de desarrollo, al mismo tiempo que descuidan otros aspectos fundamentales como la accesibilidad a la atención primaria. En este sentido, el informe resalta que se gastan casi 300.000 millones de dólares sólo en ineficiencias internas de los hospitales, por lo que demanda que se eliminen "el despilfarro y la corrupción" y se evalúe críticamente "cuáles son los servicios necesarios".
-Apostar por los seguros
Por otra parte, Evans ha insistido en que los seguros sanitarios son también fundamentales: aun en los casos en que los servicios de atención están disponibles, si no se tiene cobertura sanitaria es probable que no se pueda acceder a ellos, o que se pague un precio inalcanzable. De hecho, otra cifra poco conocida que destaca la OMS es que 100 millones de personas -más de dos veces la población de España- caen cada año por debajo de la línea de la pobreza tras haber tenido que pagar tratamientos médicos.
Contra esta situación, que provoca que muchos pacientes "se lo piensen dos veces antes de buscar acceso a la sanidad", Evans y sus colegas apuestan por mecanismos de seguridad social o seguros sanitarios, que eviten tener que desembolsar todo el dinero después de caer enfermo. Según los autores, la única manera de disminuir la dependencia de los pagos directos es que los gobiernos fomenten estos sistemas, que han sido adoptados "por la mayoría de los países que más se han acercado a la cobertura universal".
El otro de los grandes problemas que apunta el informe se refiere a la ayuda internacional: es escasa, intermitente y también está mal gestionada. La multiplicidad de proyectos paralelos y los repentinos recortes de fondos hacen que sea mucho más difícil sacar el máximo partido de los recursos que llegan a los países en desarrollo. Basten dos ejemplos de lo primero: "Vietnam informa de que en 2009 hubo más de 400 misiones de donantes para revisar los proyectos sobre la salud o el sector sanitario. Ruanda tiene que informar anualmente sobre 890 indicadores de salud a diferentes donantes, de los cuales 595 están relacionados únicamente con el VIH y la malaria".
Además, los países industrializados están aún lejos de la conocida cifra del 0,7% del PIB para ayuda humanitaria; de hecho, si se cumpliera este objetivo, la OMS calcula que se podrían salvar tres millones de vidas adicionales de aquí a 2015. "Los países pobres podrían hacer más por sí mismos, pero hace falta más dinero global para ayudar a estos países", resume Evans. Claro que, tal y como reconoce este experto: "Es fácil escribir en un informe: 'Haz esto'. Pero es muy difícil cuando tienes que adoptar los cambios necesarios para hacerlo".
**Publicado en "El Mundo"
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