La Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió una alerta sobre este tipo de hepatitis el pasado 5 de abril, después de detectarse en Reino Unido en menores de diez años sin dolencias previas.
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La edad de los pacientes varía entre infantes de un mes y adolescentes de 16 años, que en su mayoría no presentan fiebre o virus asociados a los distintos tipos de hepatitis conocidas (A, B, C, D y E), según la OMS.
La décima parte de los niños hasta entonces afectados habían necesitado un trasplante de hígado tras contraer esta nueva enfermedad, que suele acarrear dolores abdominales, diarrea o vómitos.
La OMS teorizó que la enfermedad puede ser causada por un adenovirus, del tipo F41, detectado en decenas de estos casos, un virus que normalmente va asociado al resfriado común y virus estomacales.
En algunas muestras han aparecido adenovirus como el F41, que es un serotipo muy concreto de adenovirus entéricos y que normalmente causan síntomas intestinales, pero hasta ahora no se había visto que pudiera originar en niños sanos daños de este tipo tan frecuentes.
Es un signo de que “debemos de estar alerta” para ver si está circulando un nuevo serotipo de adenovirus, “no lo sabemos”; si el F41 ha tenido alguna mutación que favorezca el tropismo viral (especifidad para infectar un tipo particular de célula o tejido) hacia el hígado, o si se está dando alguna coinfección con algún otro virus.
Tampoco se puede descartar que sea un virus no descrito o sobre el que no se haya establecido esta sintomatología. “Están abiertas diversas hipótesis”.
Es una hipótesis, pero no es seguro. Hasta ahora ha aparecido en un “porcentaje elevado” de muestras, se ha visto, sobre todo, en Alabama (EE.UU), en algunas europeas y en algún otro sitio, pero no en todas. El primer caso asiático, que se registró en Japón hace unos días, “parece ser que dio negativo al F41”, por eso hay que seguir analizándolo.
Los síntomas detectados en los casos identificados globalmente son inflamación del hígado, diarrea, vómitos, dolor abdominal y niveles altos de enzimas hepáticas.
Hay que buscar diferentes agentes microbiológicos, centrándose en los adenovirus, pero también en otras posibilidades para establecer si estos casos tienen algo en común.
“Todavía están abiertas muchas puertas”, por eso hay que recabar el máximo de datos y, sobre todo, estar atentos a síntomas en niños como ictericia, heces blancas y orina oscura, para que los centros de atención primaria los recopilen y se hagan las pruebas pertinentes, para disponer de la máxima información que de “visos de qué agente puede estar involucrado”.
Fuente: EFE