Revista Infancia

La ONU contra el Vaticano

Por Pedsocial @Pedsocial

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El título de esta entrada de blog se alarga para precisar la noticia. El tema ya lo hemos tratado aunque con un titular oblicuo, pero con un texto preciso, atreviéndonos incluso a ofrecer ayuda profesional para la que nos consideramos capacitados. Y otra vez de manera más concreta: Curas pederastas. El Vaticano y los niños.

A riesgo de repetirnos nos referimos esta vez al informe elaborado desde la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, es descargable en .pdf aquí http://goo.gl/9roV3v. En él se insta al estado Vaticano al que se refieren como la Santa Sede, a adoptar medidas efectivas para presentar por escrito información relevante, responder a 13 preguntas concretas, ofrecer qué nuevas leyes o regulaciones han arbitrado recientemente sobre este tema y aportar, si están disponibles, los datos estadísticos relevantes que lo apoyen. El respetuoso lenguaje diplomático no está exento de una notable contundencia.

Y es que el tema lo merece. La Iglesia Católica es una organización multinacional de implantación en prácticamente todos los rincones del mundo. Los casos e incidencia de abusos sexuales con niños como víctimas y perpetrados por clérigos católicos también se han registrado en todos los rincones del mundo. Algo tan extendido es lógico que despierte todas la alarmas de un organismo como las Naciones Unidas, a lo que se añade la escasa respuesta y evasiva actitud de las autoridades religiosas, tanto locales como vaticanas ante semejante monstruosidad que, además, lleva desarrollándose durante mucho tiempo.

Resulta patético que algún representante como el portavoz vaticano, Federico Lombardi, de viaje en Madrid, quiera salir del paso diciendo que muchas de las acusaciones sobre casos de abusos a menores  por parte de miembros de clero responden a posiciones “muy ideológicas”.

Defender los derechos de los niños y denunciar los crímenes que representan los abusos sexuales a los menores desde un posición de superioridad, no es una posición “ideológica”: es un convencimiento y una obligación moral. La extensión, de ámbito realmente mundial, de tales prácticas delictivas y por parte de unos individuos pertenecientes a una confesión concreta y sometidos a una jerarquía organizativa, sí que es posible que tenga raíces ideológicas.

Aunque nos parece que lo de “dejad que los niños se acerquen a mi”  (Mateo, 19, 13)  tenía un significado rotundamente distinto.

Los profesionales que se dedican a los cuidados, la educación o la atención a los niños deben estar muy alerta para detectar situaciones tan graves y no dejarse despistar por el supuesto prestigio social o profesional de los clérigos que, como se está viendo, es algo que no les confiere el hábito o la sotana. Y alinearse con las instancias como el Comité de los Derechos del Niño en la inequívoca defensa de tales derechos.

X. Allué (Editor)

 


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