La prohibición en Francia del niqab y el burka, velos que ocultan el rostro las mujeres y que sólo dejan una rendija para los ojos, atenta contra derechos humanos, acaba de sentenciar en Ginebra el Comité de Derechos Humanos de la ONU.
El Comité, formado por 18 “expertos independientes” nombrados por otros tantos países a título personal, carece de poder ejecutivo, pero hace gala de peso moral.
El reproche responde a la demanda de dos mujeres multadas con 150 euros por vestir niqab en 2012 al contravenir una ley “antiburka” de 2010 que fue copiada hasta el momento por Dinamarca, Austria y Bélgica.
Las policías europeas advierten que distintos terroristas vestidos con estas ropas huyeron tras atentar, y que otros se ocultan así para evitar ser identificados.
La prohibición de esas prendas, según este Comité --separado de la Comisión de Derechos Humanos, formada por los Estados directamente--, afirma que Francia viola los derecho de esas mujeres al “confinarlas y marginarlas en su casa” impidiéndoles manifestar sus ideas religiosas.
Esta vuelta a las razones medievales al acatar lo más agresivo para las mujeres de una religión es una muestra del retroceso dentro de la ONU de las ideas de la Ilustración por influencia de los países islámicos.
Hace año y medio uno de los expertos, el antisemita estadounidense de origen cubano Alfred de Zayas, elaboró un informe acusando a España de no respetar los DD.HH. en Cataluña, pero fue rechazado y no publicado por el pleno del Comité tras probarse su parcialidad.
Aunque posteriormente el mismo Comité admitió a trámite una demanda del huido Carles Puigdemont contra España por ser víctima de una “persecución política”. El dictamen se emitirá tras las alegaciones españolas contra esa denuncia.
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