De Stevenson acaba de aparecer una edición alemana muy digna en la editorial de Buchenau y Reichert de Munich, publicada por Marguerite y Curt Thesing, con una traducción francamente buena. (Dicho sea de paso, se observa en la calidad de este tipo de traducciones del americano con qué rapidez se anglicaniza la lengua literaria alemana.) Es un estilo que tiene mucho tiempo, y aún entre los americanos que escriben hoy en las grandes ciudades se observan en sus manuscritos las manchas de petróleo de la lámpara de estudio.
Es también interesante ver, como se desprende de las narraciones de Stevenson, que la óptica cinematográfica existía ya en aquel continente antes del cine. No sólo por este motivo resulta ridículo afirmar que la técnica trajo con el cine una nueva óptica a la literatura. En un sentido puramente lingüístico: la adaptación al punto de vista óptico empezó en Europa hace ya mucho tiempo. Rimbaud, por ejemplo, adoptó ya un enfoque puramente óptico. En Stevenson, empero, las escenas enteras están dispuestas visualmente. En El doncel de Ballantrae, el ataque homicida de un hombre a otro está montado de forma tan peculiar que la cubierta del buque en la que tiene lugar la escena hace las veces de columpio. Uno de ellos intenta lanzar por la borda al otro aprovechando la pendiente del barco balanceante. El ataque fracasa, el atacado, que está siempre más arriba que el atacante y tiene por tanto la inclinación a su favor, hace un pacto de alto el fuego, y el atacante sentándose otra vez, le pide apartarse de “este lugar peligroso donde fácilmente podría caerse por sí mismo al agua”. Este es al menos el esquema. O bien: para hacer daño a un distinguido hermano, el doncel se coloca detrás de un escaparate y remienda vestidos viejos. Se garantiza un servicio esmerado. Y el hermano, que dirige sus paseos en esta dirección, pasa siempre por delante de este escaparate. Hay que tener en cuenta que no le da nada a remendar únicamente porque él no tiene vestidos rotos. Por esto se encuentra un día con un banco delante del escaparate, y se sienta también en él.
El Doncel de Ballantrae es sin duda el mejor de estos libros. Creo que las invenciones poéticas de los escritores no han sido debidamente aprecidas durante mucho tiempo. Este Ballantrae contiene cosas extraordinarias.
Bertolt Brecht
Glosas a Stevenson
19 de mayo de 1925
Foto: Errol Flynn
The Master of Ballantrae, 1953