Este artículo no es un tratado de religión, y mucho menos pretendo imponer ideas propias. Solamente quiero expresar mi opinión y mi pensamiento acerca del poder de la oración como medicina natural y su importancia en la sanación de nuestras molestias y enfermedades.
Cómo seres humanos debemos descubrir y admitir que poseemos un Don de ser instrumentos capaces de hacer funcionar nuestros mecanismos energéticos que nos permiten brindar ayuda a nuestros semejantes.
Esto es un privilegio que la Mente Divina ha puesto a nuestro alcance y sería imperdonable que no lo aplicáramos.
Cuando descubrimos, entendemos y nos atrevemos a sostener esa condición que nos distingue, es cuando hacemos posible que se pongan en marcha mecanismos que darán inicio a la condición de quienes nos rodean e inclusive a la nuestra propia.
Cuando oramos nos contactamos con la Mente Superior y por eso, ese debe ser el recurso que debemos usar con mayor frecuencia. No tengamos duda de que la oración es el medio que ese Ser Superior ha puesto a nuestro alcance para que lleguemos a El.
A través de la oración nos convertimos en su instrumento y esa condición nos permitirá disfrutar de una enorme compensación espiritual.
Cuando disfrutamos de esa condición, ayudar a los demás dejará de ser una carga que debamos soportar. Pero como sucede en todos los estamentos de esta vida, el mejor resultado será el que proporcionan una buena preparación, un método y un ordenamiento. Ese entrenamiento nos hará más objetivos y equilibrados.
Cuando utilizamos la oración debemos ser mesurados. Todos esperamos un “Milagro”; perder peso pero comiendo en exceso; mejorar la función hepática pero sin dejar el licor; que nuestra diabetes desaparezca sin dejar los dulces y los postres… esa es parte de nuestra condición humana; siempre queremos recibir sin dar y sabemos que eso no es lo justo de la vida.
Siendo sinceros, debemos reconocer que cuando estamos enfermos, lo que tenemos que sanar es mucho más que nuestro cuerpo.
A cuántos de nosotros nos ha pasado que vamos donde el médico, le contamos nuestro mal y salimos con un sentimiento de bienestar, sin tomar ningún medicamento. Cuánto más sentiremos el bienestar al contarle nuestras dolencias a quien podemos llamar “el médico del alma”? Seguro que no necesitaremos más que eso… Su bondad, Su serenidad y nuestra Fe.
Y porqué pasa esto? Porque cuando le oramos a ese Ser, El ve mas allá de lo somático; El entiende lo que hay detrás del relato que hacemos de nuestra situación y de nuestra sintomatología y ahí es cuando entra una concordancia en lo espiritual y sentimos una paz que nos reconforta.
La oración es poderosa, pero se debe hacer con convicción, con fe y con la esperanza de que seremos escuchados; solo así seremos sanados.
Ha sido un placer escribir para tí.
Saludos.
Luis Arteaga.
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