Muchas personas están convencidas de que la fe mueve montañas, mientras que otros piensan que esto no es práctico. Sin embargo, cada vez hay más evidencias de que reflejar cualidades espirituales tiene un impacto positivo en la salud física y mental de las personas.
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Esto no quiere decir que es necesario seguir una religión. La espiritualidad puede entenderse como un estado de paz y armonía interior, un conocimiento profundo de uno mismo como idea espiritual.
¿Pero cómo lograr esto cuando se nos presentan innumerables desafíos?
Lo más importante es valorar la vida, reconocer su ser espiritual y estar en paz con uno mismo. Parece fácil y lo es si partimos desde una premisa espiritual.
En los últimos tiempos está surgiendo un especial interés en vincular la salud con la espiritualidad y un aspecto a considerar es el efecto de la oración y de la meditación. Aunque ambas sean diferentes tienen un punto en común que es el aquietamiento del pensamiento.
Hay evidencias de varias investigaciones sobre los efectos de la meditación, donde se ha comprobado que los individuos pueden controlar mejor sus estados emocionales y fortalecer los sistemas inmunes.
La oración sosiega el alma y abre la consciencia a la guía divina y permite vislumbrar una mejor calidad de vida en cuanto a la salud y al bienestar.
Harold Koenig, profesor de psiquiatría y director del Centro para Espiritualidad, Teología y Salud en la Duke University, hizo una revisión de 1200 estudios hechos acerca del poder de la oración sobre la salud y reportó que las personas religiosas tienden a hacer una vida más saludable: fuman menos y tienen un menor consumo de alcohol, lo que favorece que se enfermen menos.
Los trabajos de Koenig han demostrado inequívocamente que “los practicantes activos de una creencia pueden obtener beneficios físicos y mentales, entre ellos un sistema inmunológico más resistente y menos propensión a determinadas dolencias, con mejor capacidad de recuperación de la enfermedades”.
¿Pero, qué efecto tiene la oración?
La palabra “afirmación” proviene del latín “affirmare”, que originalmente significa “estar firme, dar firmeza.” Una oración afirmativa puede transformar el estado mental.
La oración es mental, es la comunicación con lo supremo y el reconocimiento de la naturaleza perfecta del Amor, llenando el pensamiento de lo bueno y lo divino. Esa manera de orar trae grandes bendiciones y éstas se manifiestan en una mejor calidad de vida como también en mejores relaciones humanas.
Orar así proporciona un estado de apertura mental y de receptividad para el bien y acallan los ruidos que nacen de una perspectiva centrada en el “yo”.
La oración puede influenciar favorablemente las emociones y la afectividad promoviendo actitudes de esperanza, autoestima, paz y compasión.
Los aspectos más fundamentales de la vida pueden cambiarse para mejor con el efecto de la oración afirmativa. Puedes comprobarlo tú mismo.