Los imbéciles están conquistando el mundo y a España ya la tienen en sus manos. Cada día son más y sus imbecilidades son más intensas, ridículas y estremecedoras. Lo malo es que lo imbéciles gobiernan nuestra nación y que los millones de españoles que tenemos el deber de echarlos para evitar ser destruidos como pueblo demostramos ser al menos tan imbéciles como ellos al permitirles que mantengan su repulsiva y tragicómica orgía de destrucción. Hace justo un año publiqué "La impunidad de los imbéciles", uno de los artículos más leídos de Voto en Blanco. Me piden que lo publique de nuevo porque su actualidad está intacta y su oportunidad ha crecido. Lo voy a hacer, pero con ligeros retoques que lo hacen más certero. Creíamos que España estaba siendo gobernada por mediocres, pero estábamos equivocados porque los que gobiernan son los imbéciles. Esos imbéciles hacen imbecilidades como si fueran churros y de ese modo hunden el país. Una de las mayores es hostigar al propio idioma español en España, a pesar de que es el idioma que más crece en el mundo. Otro imbécil con alto rango promete que este año la factura de la luz sería igual o inferior a la de 2020, cuando la mayoría está pagando tres veces más. Un ministro imbécil se marcha sin dejar huella y la gente, que no le ha visto a él ni a sus obras, le llama "fantasma". Otras imbecilidades increíbles de los imbéciles han sido alimentar la pandemia, comprar materiales sanitarios inservibles, degenerar la democracia, prostituir el liderazgo, instaurar la mentira como política de gobierno, engordar el Estado hasta hacerlo insostenible y generar un divorcio profundo entre los ciudadanos y los políticos, una separación que impide que exista democracia. Zapatero inauguró en España el poder de los imbéciles y desde entonces estamos dominados por ellos. Rajoy fue un digno sucesor del pamplinas fundador de la saga y Pedro Sánchez es el más imbécil de los tres, aunque también es el que mejor lo disimula. España está al borde del abismo, conducida por pastores pamplinosos y apamplados, cuyas tonterías e idioteces son seguidas con devoción por legiones de ciudadanos idiotizados por la televisión y por un sistema educativo que fabrica esclavos sin capacidad de reflexionar. Entre los esclavos fabricados destacan los que en Cataluña renuncian a hablar y aprender en el idioma español, que es el mas pujante del mundo, para hacerlo en catalán, una lengua cateta que ni siquiera sirve para sobrevivir en Barcelona. Cuando esos niños "puros catalanes" sean mayores, se darán cuenta de que han aprendido una lengua que no les sirve para comunicarse ni para progresar o competir en el mundo. A Zapatero, asesor de confianza de otro imbécil venezolano llamado Nicolás Maduro, ya le llaman abiertamente idiota y nadie lo toma en serio en los foros internacionales, mientras los españoles, que en el pasado fueron un pueblo temido y respetado, son hoy los ridículos protagonistas de los chistes de cobardes y de imbéciles que se cuentan a lo largo y ancho del planeta. Pero la mayor imbecilidad del pueblo español, sin duda, es votar de manera reiterada a candidatos imbéciles y entregarles estúpidamente el timón de la nación. En España se cumple cada día el viejo principio de que quien obedece a un idiota es más idiota que su líder. ---
La jefa de los podemitas, la comunista Yolanda Díaz, vicepresidenta del gobierno de los imbéciles, es atea militante y odia a la Iglesia, pero ha visitado al papa Francisco y a su lado parecía una beata de pueblo. Así es la política de los imbéciles, pura simulación y postureo vano. El hermano del ministro Garzón, cerebro económico de Unidas Podemos, dijo no hace mucho una imbecilidad casi imposible de superar: que basta con imprimir dinero sin límites para solucionar la economía y poder pagar las pensiones y los sueldos. Esa tesis, inspirada en pueblos hambrientos como Cuba y Venezuela, se la he oído ya a varios seguidores de Podemos, que la repiten sin darse cuenta de que hacen el más espantoso ridículo.
Otro podemita, el tal Monedero, dice que añora las "chekas", una de las maquinarias de asesinar más eficientes del mundo, que causaron admiración hasta a los nazis de Hitler. Y después de decir tamaña estupidez, todos se quedan en silencio y admirados ante la profundidad de este gilipuertas.
La España de Pedro Sánchez es pródiga en imbecilidades que sorprenden al mundo civilizado. Protegen a los okupas de viviendas, violadores del fundamental derecho a la propiedad, sagrado desde los tiempos de los griegos clásicos y los romanos. Suben los impuestos cuando el resto del mundo los reduce para estimular la economía. Son tan tontos que expulsan del país a los capitales, a los emprendedores y a las empresas, creyendo, como idiotas, que todos pueden vivir del dinero público, ignorando que el dinero público no existe y que sólo es dinero sustraído a los ciudadanos por el gobierno. Si nos asomamos a una pantalla de televisión asistimos a una especie de festival de los idiotas al contemplar a periodistas que todos sabemos lo que van a decir antes de que hablen porque, como papagayos, sólo repiten las consignas de los partidos que les pagan. El medio país habitado por imbéciles se cree las mentiras más flagrantes y burdas, como que España necesita recaudar mas, cuando lo que necesita es adelgazar un Estado que es el mas grueso y seboso de toda Europa, lleno de asesores sin títulos universitarios y con casi medio millón de políticos cobrando del Estado, más de los que tienen Alemania, Francia y Gran Bretaña juntos.
Nadie en la España de los imbéciles parece darse cuenta de que los políticos españoles son, probablemente, los más ineptos, corruptos e ineficaces del planeta y en lugar de echarlos del poder o meterlos en la cárcel, los adoran, los atiborran de dinero y privilegios y los veneran como héroes que se pavonean y se exhiben en las pantallas televisivas.
Menudo país de idiotas tenemos.
Destrozan la democracia, se bañan en corrupción, falsean los concursos públicos y después, cuando por milagro son interrogados por un juez, dicen que no sabían nada. Nadie parece extrañarse de que un presidente no sepa nada de los dineros que roba su partido, ni de los delitos que cometen sus súbditos. La gente ni se extraña que los ministros no sepan lo que hacen sus subordinados, ni en que se gasta el dinero su departamento. Todos dan por supuesto que ser tonto es lo normal. Nadie se da cuenta de que los políticos piden sacrificios y privaciones a diestro y siniestro sin que ellos renuncien a uno sólo de sus privilegios y que se suben, una vez tras otra, sus sueldos, mientras el resto del país se precipita en la ruina.
Los imbéciles con poder político, además de disfrutar de los privilegios más inmerecidos y fastuosos de Europa, tienen bula en España, simplemente porque ellos han tomado el poder y son los que mandan. Al observar a la marea de subnormales con poderes públicos en la España oficial, es lógico pensar que padecemos la peor de las tiranías, la de los idiotas.
Si quiere entender al milímetro la vida oficial de España, vea de nuevo la película "La cena de los idiotas" y lo comprenderá todo.
Contemplar a todo un vicepresidente del gobierno de España agitando la bandera independentista de Canarias, estimulando el independentismo africanista de las islas, es tan imbécil e irresponsable que provoca más asco que estupor y vergüenza.
Nadie entiende esa política idiotizada que despliegan: retrocedemos ante Marruecos, que es nuestro enemigo más peligroso, nos alejamos de Estados Unidos y de Gran Bretaña, que son los que mandan en el mundo occidental, arruinamos a los empresarios y emprendedores españoles, que son los creadores de empleo y riqueza, asustamos a los inversionistas y, para colmo de males, están frustrando cada día a millones de ciudadanos, enfureciendo a los militares, al monarca y a millones de personas honradas y decentes, mientras engordan con su torpeza a VOX, que es el peor enemigo de los idiotas en este país.
La impunidad y el auge de los imbéciles en España es un suicidio inexplicable.
Para comprobar con otro dato hasta que punto España está infectada de imbéciles, contemple al PSOE, un partido más que centenario que parece serio y está habituado a gobernar, pero que ahora está dejándose destruir por un idiota inepto que alardea de que su padre le enseñó a mantener la palabra dada, cuando todos sabemos que es el político más mentiroso de la Historia de España y, probablemente, también de Europa.
Francisco Rubiales