Tengo que confesar que me gusta alimentarme de manera saludable y por eso dedico bastante tiempo en la búsqueda y adquisición de alimentos lo más naturales posible. Si el bolsillo me lo permite, consumo productos de agricultura ecológica y compro huevos de gallinas camperas. Además, hago lo posible por evitar los aditivos, especialmente aquellos que son innecesarios y potencialmente perjudiciales para la salud. Para colmo, huyo de las grasas trans y siempre que puedo evito los envases de plástico.
Imagen de Ken-ichi Ueda
Para lograr todo esto tengo que realizar la compra en varios establecimientos: Mercadona, Carrefour, Aldi, Lidl o en Supermercados Día, ya que los productos que me interesan no están disponibles en un único supermercado. Pero lo más grave de todo es que, además, "pierdo" mi tiempo en explicar en este blog qué aditivos desaconsejables contienen los distintos productos alimenticios.
Pues bien, parece que las personas que nos preocupamos por lograr una alimentación saludable no estamos bien de la cabeza. Esta patología recibe un nombre: Ortorexia (del griego 'ortos', apetito, y 'orexis', apetito; o sea, "apetito correcto"). Es decir, que para que no te consideren un loco tienes que tomar cuantos más pesticidas mejor, hincharte de colorantes, conservantes y alimentos transgénicos, ¿no?
Según declaraciones del especialista en nutrición Rubén Bravo, publicadas en el diario El País, "la persona que padece ortorexia desarrolla un control exhaustivo y cada vez más estricto de los componentes de los alimentos, procura ingerir solo comida orgánica, vegetal, no tratada con fertilizantes, sin conservantes, ni grasas saturadas". Vamos, un crimen ¿verdad?
Multinacionales como Monsanto deben estar encantadas con el Dr. Steven Bratman, inventor de esta supuesta enfermedad, ya que casi criminaliza a quienes nos preocupamos por comer bien. El dato más gracioso lo facilita la Organización Mundial de la Salud (OMS) que asegura que este trastorno alimentario lo sufre el 28% de la población de los países Occidentales... ¡ahí es nada! Admito que pueda haber gente que se obsesione al extremo con lograr una alimentación saludable... pero desde luego no el 28% de la población.
Imagen de Brian Everett
De verdad, no sé por qué se nos tiene esa manía a todas las personas que queremos una alimentación natural y de calidad. Hay quien realiza una auténtica persecución contra los alimentos de la agricultura ecológica o aquellos que prescinden de aditivos y otras sustancias añadidas. Quizás el caso más llamativo sea el del químico José Manuel Mulet autor de libros como "Los productos naturales, ¡vaya timo!" y "Comer sin miedo", en los que critica este tipo de alimentación y defiende la cada vez mayor intervención de la industria alimentaria en la manipulación química de los alimentos.
Este señor ha llegado a afirmar cosas como que "lo ecológico no es más sano ni más bueno para el medio ambiente". Pues bien, se equivoca. Un reciente estudio desmiente a este quimiófilo y confirma que los alimentos ecológicos son más saludables que los otros. Concretamente: "Contienen hasta un 60% más antioxidantes que los alimentos convencionales. El consumo de ecológicos reduce la ingesta, a través de los alimentos, de metales tóxicos pesados como cadmio, plomo y mercurio. Tienen un 50% menos cadmio, un 30% menos nitratos y un 87% menos nitritos".
Así que volviendo al tema del principio: Sí, soy ortoréxico... y a mucha honra.