Revista Medio Ambiente
Sujeta a una pequeña rama de una espinera con sus pies ambulacrales, la pequeña oruga se desplazaba buscando hojas frescas con las que alimentarse. Su madre ya había puesto los huevos sobre la planta adecuada para que lo tuviera mas fácil y desde el momento de su nacimiento lo único que ha tenido que hacer ha sido comer y crecer. También tendría que evitar que se la comieran, para consegurilo muchas especies fabrican sustancias desagradables o venenosas y se adornan con colores llamativos (aposematismo) para avisar a los posibles depredadores de que no tienen un sabor muy agradable.
Las orugas no tienen buena vista, tampoco les hace mucha falta, y por eso con 6 ojos simples en vez de los ojos compuestos de los adultos les es más que suficiente. Durante unas semanas lo único que tendrán que hacer, como les pasaba a los renacuajos, es crecer hasta alcanzar el suficiente tamaño para poder realizar la metamorfosis. En ese momento construirán un capullo a su medida dentro del cual su cuerpo sufrirá unos cambios extraordinarios que afectarán no sólo a su morfología externa, sino también a sus órganos internos, dando lugar tras unos días a una mariposa que no se parecerá absolutamente nada a la oruga de la que se originó.