Anidaba cada año en el interior de nuestro garaje comunitario, adónde resguardaba a sus crías de las inclemencias del tiempo ó de la posible predación del nido, colgado del ángulo que con el techo formaba la pared lateral. Cada vez que algún vecino llegaba con su coche y abría el portón desde su mando a distancia: la golondrina aprovechaba para salir del garaje en su búsqueda, o regresaba triunfante con algún alimento en el pico.
Por eso, siempre que regresaba a casa lo hacía con el cuidado que me imponía el conocimiento del hecho: al abrir el garaje habría de cederle el paso, algo que ella se apresuraría a agradecerme con sus trinos, mientras pasaría rozando el coche desde el impecable vuelo de sus alas.Hoy he visto su cadáver junto a la entrada... Desconozco las circunstancias que rodearon a su muerte, aunque juro que nadie le pidió que abandonase el nido o el pago de mensualidades, como tampoco intereses de demora por él; motivos que me llevan a descartar la posibilidad de un suicidio alentado por tales y tan trágicas circunstancias.Hoy quiero, desde mi blog, brindar apoyo a quienes cada día son acosados por los bancos, obligados a abandonar sus hogares y a vivir en una perpetua marginalidad, ahogados por deudas injustamente planteadas y permitidas: ¡NO a los contratos leoninos ni a las condiciones draconianas, DACIÓN en pago YA, sin más demora!