Cuando Theresa May activó el artículo 50 del Tratado de la Unión Europea en marzo de 2017, no solo estaba traduciendo a términos legales la decisión que había tomado el pueblo británico en el referéndum sobre la cuestión un año antes. Estaba, al mismo tiempo, poniendo fecha de caducidad a una relación de interdependencia y cooperación que se había ido forjando a lo largo de casi medio siglo. El artículo 50, que prevé un mecanismo para la retirada voluntaria y unilateral de un país de la Unión Europea, no se había activado con anterioridad; ambas partes se encontraban en territorio desconocido. A esto le sumamos, además, la postura negociadora de Reino Unido, que, convencido de que su salida del bloque comunitario sería beneficiosa, ha vendido durante dos años la idea de que una falta de acuerdo era mejor que un mal acuerdo. Sin embargo, una falta de acuerdo no solo es contraproducente para Reino Unido: el bloque comunitario y la Unión Europea como entidad también pueden sentir —y sentirán— el temblor del brexit al otro lado del canal de la Mancha. La cooperación, los acuerdos y esa telaraña que se ha ido tejiendo entre países se ha producido en ambas direcciones. Aunque en distinta...
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Nombre de usuario Contraseña Recordar cuenta Recordar contraseñaLa otra cara de un <em>brexit</em> sin acuerdo: la Unión Europea fue publicado en El Orden Mundial - EOM.