Revista Psicología

La otra gente

Por Rms @roxymusic8
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(Image source: shutterstock.com)

No entiendo a la gente que desaparece del mapa cuando menos te lo esperas y explicas. Que se va sin dar señales y dejando un sabor de boca agridulce. Es gente que se queda con un continuo interrogante en tu lista de contactos y unas ganas enormes de saber la verdad.

No entiendo a la gente que se estresa en cosas minúsculas y no sabe disfrutar de la vida a causa de ello. Que sólo está pendiente de lo que hay que hacer en lugar de lo que querer hacer. Es gente que le supone un mundo la convivencia con la familia, amigos o conocidos.

No entiendo a la gente que se preocupa de ti a medias; en un período de la vida está ahí y luego si te he visto no me acuerdo. Es gente que vive de lo conveniente en lugar de lo necesario: las relaciones personales es lo que mantiene a este mundo vivo y, en consecuencia, a las personas.

No entiendo a la gente que en la conversación es fría y seca de palabras.Que enseguida te das cuenta que no le interesa lo que intentas decirle. Esta gente es gente muro; no importa cuántas veces lo intentes y de qué manera, si no quiere, no quiere.

No entiendo a la gente maniática que no vive tranquila si alguien ha utilizado una cosa para otro uso o ha colocado un objeto en otro lugar. Que no deja libertad de movimiento a los demás por no estropearle la bonita postal. Es gente que no sabe lo beneficioso de la fusión de modos de hacer, personalidades y culturas.

No entiendo a la gente que le gusta dar lecciones a los demás, que va de ejemplo de vida y no deja actuar con naturalidad e iniciativa. Es gente que debilita la autoestima de los otros creyendo que les están ayudando. Lo importante es acompañar no aleccionar.

No entiendo a la gente que cambia de la noche a la mañana, que no sabes por dónde va y luego descubres que está más pendiente de ella que de la compañía en ese momento. Es gente que es buena pero con intereses por medio, que da una imagen diferente en cada circunstancia haciéndole a uno perder la esperanza de entablar una amistad con ella.

No entiendo a la gente que inicia una amistad por un tiempo, que luego olvida por haber conocido a otras personas o comenzado una nueva experiencia en su vida. Y es curioso que pase esto cuando esa gente inició la relación. Es gente como la marea: según qué viento sople van a un sitio u otro, están arriba o abajo, cerca o lejos.

No entiendo a la gente que no se para un momento a contestar un mensaje, correo o carta; que pone el trabajo u otras cosas por delante. Que no da importancia a esas pequeñas cosas que mantienen en contacto cuando se utilizan bien. Es gente que se juega la confianza de los demás con el tiempo.

No entiendo a la gente que tira la comida sin miramientos, que no le importa si el paquete está a medias, lleno o sin empezar. Que si se va de viaje lo hace sin cargas extras. Es gente que no piensa en la otra gente sin dinero, trabajo o comida; que tiene dinero y puede permitirse comprar comida fresca o recién salida del horno.

La otra gente es importante en la vida porque ayudan a uno a darse cuenta de las diferencias entre las personas en el carácter, formas de hacer y de entender la vida. Y uno no se conocería por completo sin gente como ésta. Ya lo decía un amigo muy especial “no digas: esa persona me carga. Piensa: esa persona me santifica”.


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