La guerra comercial se desató en julio después de que Tokio impusiera restricciones a la exportación de tres compuestos químicos clave para la producción de semiconductores y pantallas electrónicas. Sin embargo, el trasfondo de lo que parecería una mera disputa comercial reside en agravios históricos que datan de la ocupación nipona en la península coreana durante la primera mitad del siglo XX. Japón ha escudado su decisión de restringir la venta de estos bienes estratégicos en el débil control que su vecino realiza sobre sus exportaciones. Teme que estos químicos estén siendo desviados para usos militares y que puedan acabar en países bajo sanciones internacionales como Corea del Norte.
Se trata, a pesar del discurso oficial de Tokio, de una represalia contra Corea del Sur por volver a sacar a la luz la cuestión de las mujeres de consuelo. Este término es el nombre eufemístico con el que se conoce a las mujeres forzadas a convertirse en esclavas sexuales para el ejército japonés durante la Segunda Guerra Mundial. El año pasado la corte suprema surcoreana sentenció a numerosas empresas niponas a compensar a una decena de antiguas mujeres de consuelo, víctimas del trabajos forza...
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