Revista Opinión

La «Outsider Music»

Publicado el 11 junio 2019 por Carlosgu82

Estamos acostumbrados, en este época «conectada» y digitalizada, en que la música, a que la música está al alcance de la mano, o más bien, de un par de click. Y peor aún, las nuevas generaciones consumen sin parar música a la que, más que nunca, sea un producto desechable, de «use y tírese». Canciones simplonas – pero no minimalistas, que no es lo mismo- sin sustancia, con arreglos que se resumen en un beat electrónico y arreglos sintéticos que conformas una musicalización esquelética e infamemente monótona.

Es por eso que los melómanos volvemos la vista hacia atrás, a un pasado que se avizora reluciente, tentador e incógnito, pleno de añoranzas y tierras por explorar, muy alejadas de la insípida sonoridad actual. Es por eso que el antes odiado y despreciado Hard Rock de los 80’s está encontrando cada vez más adeptos. El igualmente aborrecido en su época, el Nu Metal, comparado a lo que supuestamente es «rock» ahora, suena verdaderamente pesado y agradable. ¡Oh, el mundo es un ciclo, un círculo que siempre nos lleva al comienzo!

Por otro lado, hay sobreabundancia de música. Gracias a que el avance de la tecnología digital, cualquiera puede hacer un proyecto musical en la intimidad de su cuarto, sin disqueras de por medio e incluso sin músicos de apoyo. Homeroon music (música de alcoba) se les denomina comúnmente. Esto hace que existan millones de discos hechos por medio de una computadora con talento variado. ¡Vamos, que hasta yo tengo proyectos de dark ambient, noise y experimental en mi haber! Y eso que no se tocar ni la puerta y cuando lo hago, me sale desafinado.

Sin embargo los proyectos musicales personales siempre han existido desde que se pudieron grabar sonidos en un acetato. A partir de la década de los 50’s, se dio un curioso fenómeno en varios países, sobre todo en Inglaterra y de sobremanera en USA: La Outsider Music, o lo que es lo mismo, la «música marginal»

¿En qué consiste eso de la Outsider Music? Primero que todo les diré que en las décadas pasadas, la industria musical era muy diferente a lo que es ahora, pero, al mismo tiempo, tenía un gran paralelismo. Era diferente porque para grabar y distribuir música había una enorme libertad; podías maquilar un disco y venderlo sin mayor problema, pues aun no existía una mafia tan extensa, organizada, criminal, amenazante y malvada que hay hoy.

Les explicare: Si dentro de la década de los 50’s e incluso hasta los 90’s, existían los estudios de grabación. Estos no solo funcionaban para artistas «profesionales», si no que abrían sus puertas para todo aquel que solicitara sus servicios. ¡Incluso ponían a tu disposición músicos para grabar tu música! Era un puro gozo lo que ofrecían los estudios.

De esta forma, si tú tenías algún talento en la música o para contar chistes o cualquier cosa que pudiera registrarse de forma sonora; podías ahorrar y rentar, por lo menos por un día, un estudio de grabación. Ellos, si así era tu deseo, te facilitaban músicos profesionales para tocar la música como tu deseabas y, una vez acabada y registrada la sesión, te maquilaban los acetatos, con un mínimo de 500 o más, si así lo querías. Incluso te diseñaban la portada como parte del servicio completo. ¿Quién vendía esos discos? Por supuesto, tú. Los estudios solo te entregaban el producto terminado. Lo que tú hicieras con tus cientos de discos era tu problema. Podrías regalarlos, tratarlos de distribuir en tiendas locales o usarlo como promoción; era decisión y responsabilidad tuya.

De igual forma ahora, una persona puede grabar un disco, pero por medio de su computadora y alojarla en un sitio web donde podrán exhibirlo y venderlo vía online. Algo más fácil, rápido y efectivo.

¿Porque hacer el sacrificio de gastar una buena cantidad de dinero para grabar un disco que nadie o casi nadie iba a comprar? Los motivos son muchos: El hacer una muestra sonora de tu talento, si eres músico, para mostrarlo a posibles clientes, la búsqueda ilusoria de fama, la satisfacción de un capricho personal, el halago al ego o simplemente, el puro gusto de crear música y dejarla registrada para la posteridad. Es así como dentro de este inframundo musical se maquilaron miles y miles de obras ignotas, las cuales pocas han sobrevivido. Lo que sí han sobrevivido, con las horrorosas portadas que son sello personal de estas producciones.

Otra variante de este mundillo melómano son las producciones conocidas como Librery Music, las cuales eran grabaciones genéricas, con diversos ambientes y propósitos, las cuales eran usadas tanto en comerciales como en películas de bajo presupuesto. En ellas se pueden encontrar magnificas piezas, gracias a quienes las componían y tocaban eran artistas bastante competentes. Sin embargo, su valor disminuye para el coleccionista al ser interpretadas de forma muchas veces anónima, por motivos comerciales y con portadas de lo más aburridas y sosas.

Por otro lado tenemos la música ambiental, también conocida como música enlatada, muzak music, easy listening, música de elevador, entre otras denominaciones. Concebida por la empresa Musak –que aun opera con éxito- en la década de los 50’s, es básicamente el servicio de música de fondo, con la idea original de crear un ambiente más agradable en lugares grandes e impersonales, como supermercados  y fábricas o lugares incomodos, como los propios elevadores. Esta música, en sus inicios, era totalmente instrumental, de composiciones simples, suaves, agradables pero de una calidad musical innegable. Orquestas, compositores e intérpretes grababan de forma anónima este tipo de música, predecesora del actual ambient, chill out y su heredero más directo: El lounge. Aunque este tipo de música está gozando de una revaloración muy grande, el hecho de que se desconozca a los autores, que haya escasos discos del género y que sea, de nuevo, hechas sin intención ni alma, de forma comercial, hace que pierda valor para el coleccionista ávido de emociones nuevas y sorpresas auditivas estimulantes.

En cambio, en el mundo de la música marginal se pueden encontrar a artistas en su estado más puro, donde el arte (bueno o malo) se sirve sin intermediarios, lejos de las mafiosas garras de la voraz industria pop, de las disqueras y de los managers. Aquí tenemos “artistas” que sin más afán que el darse el placer de grabar sus obras, sirven más al arte mismo que cualquier artistita mediático actual. Hay sinceridad, hay pureza, hay oficio, hay ganas, hay locura, delirios, esperanzas, sueño, ilusiones y misticismo.  Esta carácter personal, individualista y muchas veces, megalómano y soberbio, es causa de que el outsider music también se le llame homemade records (grabaciones caseras), private pressings (impresiones privadas), custom recordings (grabaciones personalizadas) y vanity LP’s (LP de vanidad), dados a que satisfacían, en casi todos los casos, el ego de su creador.

¿Qué tipo de música de podía encontrar en esos discos perdidos en el tiempo, empolvándose de olvido, momificados en oscuras tiendas, en áticos y sótanos? ¡De todo! Había smooth jazz cachondo, funk psicodélico, rock hiperquinetico, blues tenebroso. Nos podíamos topar con gurús tocando instrumentos que no tenías idea de que existan, cantantes de country más oscuros y siniestros que cualquier grupo dark, visionarios apocalípticos,  familias ultra-conservadoras cantándole a Yisus, cantautores delirantes,  cantantes que intentan ser sofisticados, predicadores karatecas, monjas y sacerdotes cantantes, opera excéntrica, cantantes de vos imposible… La veta es enorme, extensa, morbosa pero excitante.

Sin embargo, lo que le da más “estatus” a un disco o grupo es la historia que pueden traer detrás, algunas verdaderamente estrambótica e increíbles. Como ejemplos tenemos a The Shaggs, un grupo formados por tres hermanas adolescentes obligados por un fanático padre a tocar música y grabar un disco (el mítico “Philosophy of the Word”) a finales de los sesenta, todo en pro de hacer cumplir una profecía familiar, acabando por ser el “peor grupo del rock” de la historia. Tenemos también a Jandek, un extraño cantante de folk, que con su voz espectral y grabaciones de ultratumba ha grabado más de 70 discos en su propio sello, todo envuelto en un misterio sobre su persona. Desde Brooklyn tenemos a Moondog, un bohemio que vivía como un vagabundo en las calles, vestido totalmente como un vikingo, ganándose la vida con los donativos que los viandantes le daban mientras tocaba música insólita con instrumentos de su invención. A pesar de no tener ni donde dormir, se le considera todo un genio musical, creador del “minimalismo”, el cual se codeaba con la crema y nata de la música desde los 60’s y grabando bastantes discos. Nada mal para un ciego.

Todos estos artistas han sido re-descubiertos y revalorados, consiguiendo los seguidores que en su época nunca consiguieron. Mucha de esa música es mucho más interesante que los bodrios plásticos y desabridos que hay ahora y es por eso que melómanos se van a “cazar” acetatos en donde puedan, logrando rescatar verdaderas joyas como los antes mencionados y muchos más. Nombres como Stonewall, Felix Harp, Michaelo, Zoldar & Clark, Harry Partch, Captain Beefheart, Daniel Johnston, Wesley Willis, BJ Snowden, Lucia Pamela, Tiny Tim, Susan “The Space Lady” Schneider, The Legendary Stardust Cowboy, Hasil Adkins, entre muchos otros, están ganando el aprecio que durante décadas les fue negada, gracias a su música original, honesta, de bajo presupuesto, bizarra en ocasiones pero siempre sorprendente.

Un placer culposo, pero placer al fin y al cabo.

Incluso hay personajes que se dedican a coleccionar discos “serie z” como se les llama. Uno de ellos es Irwin Chusid, un conocedor que quiso compartir sus una colección de dos discos llamado “Songs in the key of Z”, donde se pueden conocer a muchos de los outsider artis. Por otro lado, Johan Kugelberg, un sueco que solía en discográficas de música alternativa como Matador o Def American y ahora periodista musical, lanzo el libro  “Enjoy the Experience: homemade records 1958-1992” donde recopila las portadas de más de 1.200 lanzamientos con textos explicativos. Hay que decir que la mayoría de esas portadas son verdaderamente alucinantes.

Como pueden ver, hay una gran veta a explorar en las grabaciones de antaño. Les recomiendo buscar las viejos acetatos de sus padres o abuelos. Nadie sabe que joya se encuentra envuelta en telarañas y, si son codiciosos, pueden encontrar un disco que puede valer miles de pesos.

Podría sonar a anciano cascarrabias y amargado, pero en los tiempos que corren, es totalmente valido exclamar con los ojos y los brazos alzados retando al cielo: “¡Los tiempos de antes eran mejores!”


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