Publicación: Noviembre 2011
Precio: 16,50€
ISBN: 9788483652565
Serie: 2º Aurora Teagarden
Ir a dos bodas -una de ellas la de un antiguo amor- y al funeral de uno de los miembros del club, ya disuelto, de aficionados al estudio de los crímenes mantiene muy ocupada a Aurora <> Teagarden durante unos meses. Por desgracia, su vida personal parece estar en un punto muerto, hasta que su suerte cambia inesperadamente. Tras el funeral, Roe descubre que Jane Engle, la fallecida, la ha nombrado beneficiaria de una considerable herencia que incluye dinero, joyas y una casa con un cráneo oculto en la repisa de una ventana. Conociendo a Jane, Roe concluye que la anciana le ha dejado deliberadamente un asesinato por resolver. Por tanto, deberá identificar a la víctima y descubrir cuál de los vecinos de Jane, todos aparentemente normales y corrientes, es un asesino. Y todo ello sin ponerse ella en peligro de muerte...Ha pasado ya un tiempo desde los asesinatos ocurridos dentro del club Real Murders. Desde entonces la vida de Aurora Teagarden ha sufrido pequeños cambios; vuelve a estar sola, sin ningún hombre a la vista - por lo menos en un principio-; el grupo de aficionados a los crímenes famosos se ha disuelto; y Jane Engle, una de las ex-integrantes ha fallecido. Aunque gracias a este desafortunado suceso su vida dará un giro de ciento ochenta grados.
No es que Aurora y Jane fueran precisamente amigas del alma, así que es una sorpresa cuando ésta le deja una grandísima herencia a nuestra protagonista. Además de una ingente cantidad de dinero, también le ha legado su casa, a la cual tiene pensado mudarse. Pero allá donde va los problemas le persiguen. Parece ser que alguien ha entrado en la casa y no precisamente para robar, sino buscando algo específico. Y esa cosa no es otra que ¡una calavera! ¿Por qué una mujer como Jane tiene una calavera escondida en su hogar? ¿Mató a alguien? ¿Estaba protegiendo al asesino? Hay muchas preguntas, pero de lo que Roe está segura es de que la anciana le ha dejado su casa para que resuelva ese misterio.
Nos encontramos ante un libro con menos acción que su predecesor. En Unos asesinatos muy reales, todos los integrantes de Real Murder estaban en peligro, por lo que era de vital importancia descubrir al asesino lo antes posible. En La paciencia de los huesos, el crimen fue cometido muchos años atrás, ni siquiera se encuentra su cuerpo completo, sino solo la calavera. Los principales sospechosos serán la propia Jane -ya muerta- y todos sus vecinos. Iremos conociéndolos uno a uno, y aunque la mayoría parece guardar secretos, solo uno de ellos conoce la existencia de la calavera. Esto hace que la narración sea más tranquila, durante todo el libro seremos testigos de las divagaciones de Roe, sus pensamientos, sus conjeturas. Incluso el final del libro es poco sorprendente, como digo no encontraremos grandes escenas de acción. Pero si tuviera que elegir uno de los dos libros, probablemente me quedaría con éste. El carácter de la protagonista, sus ocurrencias, su maneras de llevar los problemas, me engancharon desde el primer momento, prácticamente lo leí de una sentada sin apenas darme cuenta. La narración de Charlaine Harris atrapa al lector sin demasiado trabajo. La lectura es ágil y amena, algo esencial en los Cozy Mystery. Tengo que decir que hay varias escenas que son de lo más absurdas, y que me han hecho disfrutar mucho.
-¿Qué demonios hace una calavera en mi bolsa de las mantas?Si en el primer libro Roe caía bien, en éste se le cogerá cariño por completo. Estoy deseando disfrutar de más de sus aventuras, saber quiénes serán sus próximas relaciones, enterarme de qué tiene pensado para esa gran herencia, pero sobre todo divertirme y pasar un rato agradable con su habilidad para meterse en problemas y su ingenio y chispa para salir de ellos ilesa.
Por lo que me pareció la enésima vez en un día, sentí que la mandíbula inferior se me descolgaba. Pero me recuperé.
-¿Y qué demonios hacías tú sacando una manta con el tiempo que hace?
-Echársela a mi marido, que no paraba de tiritar por la fiebre.- Me contestó con los dientes apretados.- ¡Ni se te ocurra desviar el tema!
-Me la encontré- admití.