Autor:Proverbio chinoEn el segundo acto de"Otelo: el moro de Venecia",Shakespearepone esta reflexión en boca de Yago, servidor y confindente de Otelo:¡Pobre de aquel que no tiene paciencia! ¿Curóse alguna herida de repente? No por ensalmo, por ingenio obramos, que ha menester que demos tiempo al tiempo.Diferente a la resignación y opuesta a la precipitación, así es la paciencia.El obrar paciente, se subraya, enseña a ejercitar en extremo la atención, convive con la pasión y logra, sin arrasarlo todo, que se persevere en la lucha por lo anhelado... que no acaba de llegar.Lo primero es tener mucha paciencia para aprender a tenerla. Podríamos decir que esperar es un arte en sí mismo y ayuda a disciplinar los pensamientos, mitigar la ansiedad y resistir los ataques sin control del miedo, el desaliento y el fracaso.La paciencia, bien ejercida, nos ofrece una perspectiva racional de las cosas, al entender que no todo llega a su hora, sino más bien a deshora, y que el hecho de que lo que deseamos no llegue en el momento que hemos previsto, no implica necesariamente que no vaya a llegar.Tal vez el secreto de la paciencia resida en hacer algo mientras tanto.Quiero decir, que la paciencia no es sinónimo de parálisis. Mientras se aguarda, la vida ha de continuar y debemos llenarla de ricas aportaciones. Debemos continuar el camino y no con los brazos cruzados, sino trabajando con la misma intensidad o si cabe más y estando atentos a las nuevas oportunidades que nuestra tarea nos vaya ofreciendo.Nunca hay que ceder al pecado de la prisa(el sol se completa cada día rayo a rayo) y nunca hay que ser impaciente porque el hombre impaciente apresura sus deseos salvajes y suele caer en un abismo de miserias. Él no es capaz de esperar por nada y obliga a todas las cosas a satisfacer sus deseos. Rompe las ramas antes de que los frutos puedan madurar. Descerraja las puertas, en lugar de esperar hasta que se abran o cosecha, cuando el agricultor sabio siembra.
”Recuerdo la mañana cuando descubrí un capullo de gusano de seda en la corteza de un árbol, justo en el momento en que la mariposa estaba haciendo un orificio en la cubierta, preparándose para salir. Esperé un rato; pero ella tardaba mucho en aparecer, y yo estaba impaciente. Me incliné sobre el capullo, e intenté entibiarlo con mi aliento. Lo hice tan rápidamente como pude, y el milagro comenzó a darse ante mis ojos. La cubierta se abrió, y la mariposa comenzó a arrastrarse lentamente hacia la salida. Sin embargo, nunca olvidaré el horror que sentí al ver cómo sus alas se plegaron hacia atrás y se desplomaron. La mariposa luchó desesperadamente, pero segundos después se murió en la palma de mi mano.Ese cuerpo pequeñito es el mayor peso que cargo en mi conciencia. Porque hoy me doy cuenta de que es un pecado mortal violar las leyes grandiosas de la naturaleza. No deberíamos apresurarnos. No deberíamos ser impacientes, sino obedecer confiadamente el ritmo eterno. Si tan solo esa mariposa hubiera podido siempre revolotear delante de mí para mostrarme el camino.”
Nikos Kazantzakis Alexis Zorba, el griegoFrases para cambiar vidas