Revista Diario

La paciente GOMER

Por Drajomeini @DoctoraJomeini
La paciente GOMER
Hay un libro que todo médico debe leer a lo largo de su ejercicio profesional: es una novela cínica y agridulce, como la vida misma. La escribió Samuel Shem, un psiquiatra estadounidense, que ha vendido de su obra - "La casa de Dios" - la friolera de 3 millones de ejemplares. En el libro, un médico interno lo pasa realmente mal. Pero lo que más marcada me dejó no es la historia en sí, llena de humor negro y ácido, sino la figura de los GOMER (siglas de Get Out of My Emergency Room), palabra con la que "El Gordo", uno de los adjuntos de la novela, denomina a los ancianos con demencia senil, que su familia "aparca" en Urgencias, indestructibles a menos que uno se empeñe en curarlos. ¿Quién, siendo profesional sanitario, no ha tenido un GOMER en sus manos? Yo tuve una la otra mañana en quirófano. Una GOMER que era un clon de Mr Magoo.  - Hola, Sra GOMER, soy la Dra Jomeini, su anestesista. La señora me mira moviendo las mandíbulas desdentadas como si mascara chicle. - ¿Tú eres la que me va a dormir, niña? - asiento - ¿Me vas a dormir entera? Vuelvo a asentir. - ¿Hasta el "shosho"? - ¿Cómo? - El shosho, niña, eso de ahí abajo. ¿También me lo vas a dormir? - Toda, Sra. Shosho incluido. - ¿Y qué voy a hacer cuando venga el Ruperto? - ¿Cóóóóóómo? - Sí, niña, que cuando venga el Ruperto a jugar, ¿qué voy a hacer con el shosho insensible? La miro a los ojos - llenos de legañas - para comprobar si me está tomando el pelo. Pero no. Lo dice en serio. - Bueeeno - le respondo, sin poder disimular la sonrisa - igual que la voy a despertar a usted, despertaré también al shosho, descuide.  - Es que el Ruperto no es mi marido, no te vayas a creer, niña. - Ejem, ejem - las vicisitudes del Ruperto son de lo más interesante, pero se está haciendo tarde - Sra. GOMER piense en algo agradable. - Pues en el Ruperto. Y dale. El Ruperto, sea quien sea, tiene que ser un fiera. 

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