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La pandemia me arrebató la virginidad

Publicado el 06 enero 2024 por Viriato @ZProvincia

La pandemia me arrebató la virginidad (padre e hija)


Veinte de marzo del año dos mil veinte, dos acontecimientos importantes, que se desprende uno del otro y cambiarían mi vida. La pandemia.
Ese día el presidente decreta la cuarentena, barbijos, alcohol, desinfección y encierro, muchísimo encierro, comencé odiándolo, hoy puedo decir… “gracias encierro”.
Mi madre quedo varada en España, había concurrido a un congreso, había posibilidades de un ascenso laboral, entendí como que le habían ofrecido el puesto de gerente en la empresa para la cual trabaja y debía hacer una capacitación.
Mi padre se puso como loco, no sabía cuándo regresaría mama, pero gracias a su trabajo, ya que él lo hacía desde casa, tenía video llamada con mama todos los días.
La pandemia me arrebató la virginidad
Pasados diez días de encierro, una noche, me levanto para ir al baño; debo aclarar que debo pasar por la puerta del cuarto de mis padres, observo algo que me llamo la atención, mirando hacia donde estaba la luz de la computadora, mi papa hablaba con mama a la vez que se masturbaba. No pudiendo ver bien pues la puerta estaba solamente entreabierta, me acerque, no solo vi a mi papa con su miembro en la mano, mama aparecía en la pantalla desnuda con su mano en la vagina, en la que se veía claramente cómo se perdían dos dedos de una mano en su interior y la otra haciendo círculos sobre su clítoris. Sintiendo como se me humedecía mi sexo y subía un calor hacia mi rostro, me retire al baño con esa imagen en mi cabeza. Luego de orinar abrí la canilla del bidet, cuando estuvo a temperatura me senté sobre el chorro de agua tibio que me hizo estremecer, sin perder la oportunidad, con esas imágenes grabadas en mi retina del gran miembro de papa en su mano subiendo y bajando, cubriendo y descubriendo la cabeza de su poronga, me tire una paja feroz, entre las imágenes y los jadeos casi inaudibles de mis padres, acabe reprimiendo un grito.
Muy silenciosamente pase para mi cuarto, ya mis padres reían, ¿habíamos hecho un trio? con ese pensamiento y riendo en mi interior me acosté.
Al día siguiente, mi padre se había levantado de buen humor e hizo una propuesta muy interesante, donde realmente comenzó a cambiar mi vida.
- Tina, quiero hacerte una pregunta, ¿te parece buscar en internet ejercicios y comenzar a practicarlos? Así cuando regrese mama estamos físicamente bien, creo nos vendría bien a los dos.
- Si Tino, (riendo) no tengo otra cosa que hacer.
Cariñosamente nos llamábamos Tina y Tino como sobrenombre.
El, que es experto en el tema computación y navegar por la red, bajó un curso completo de ejercicios que no necesitaban aparatos ni peso para modelar los músculos, iniciando de inmediato.
Pasados tres meses, en los cuales hacíamos hasta tres veces por día las rutinas, nuestros cuerpos fueron cambiando para mejor, Tino estaba de buen humor, unos días más que otros (cuando hablaba con mama sobre todo).
La pandemia me arrebató la virginidad
Con mis diecinueve años, tenía un cuerpo normal, pero ahora estaba espectacular, mi culo había tomado una forma de pera, duro, firme, mis piernas dejaban ver sus músculos, mis pechos estaban redondos y turgentes y ni hablar de los músculos abdominales, era una tabla de lavar.
Por la ´parte opuesta, mi padre había adquirido un físico imponente, sus bíceps habían crecido, sus pectorales estaban firmes, los músculos abdominales marcados, cuando llegara mama se sorprendería del cambio que estábamos teniendo.
Un día al levantarme me puse unos shorts de lycra y un top deportivo tipo pupera, el pantaloncito me marcaba la cola descomunalmente, Tino dejo escapar un largo silbido y extendiendo su mano toco la firmeza de mis glúteos, reaccionando al instante, se puso colorado y retiro presuroso su mano.
- Perdón fue instintivo, pensé y obre al mismo tiempo, pensaba que bien te había sentado el ejercicio y que firme estaba tu cola…
Silenciando su boca con mi mano
- Tino sos mi papa, no te pongas mal, sé que no lo hiciste con maldad.
- Tenés razón, pero eso puede traer malos deseos, tu madre lejos, el encierro, solo vemos al delivery que nos realiza las compras…
La pandemia me arrebató la virginidad
- Si papi, a mí me pasa lo mismo, aunque aún no he tenido nunca relaciones sexuales, mis hormonas están alborotadas.
Poniéndome colorada más que el cuándo me toco, le confesé que lo había visto masturbándose por video llamada con mama y no perdía la oportunidad de observarlo y retirarme a mi habitación para hacer lo mismo.
- Hija que vergüenza me da.
- Para nada Tino querido, entiendo lo de las necesidades, y te comprendo más a vos que sabes lo que es hacer el amor y que te falte tu compañera de juego.
Me acerque lentamente y bese sus labios secos.
- Hija no creo que sea…
Calle sus palabras con mi mano poniéndola sobre su boca, emitiendo de la mía el clásico sonido de hacer silencio, shhh.
Volvimos a hacer contacto corporal, nuestras bocas se unieron, las respiraciones se hicieron más agitadas, nuestras manos danzaban por nuestros cuerpos, fuimos despojando nuestra piel de la poca ropa que nos cubría, lentamente, prenda a prenda.
Cuanta ansiedad tenia, iba a ser mi primera vez y con el hombre que más amo en esta vida, le pediría perdón a mi mama, pero no debe enterarse, esto quedara entre nosotros y lo llevaremos a la tumba.
Los besos que me entregaba la boca de mi padre fueron ganando territorio, de mi boca a mi cuello, de ahí y sin escalas a mis tetas, mis ya duros pezones recibían esas chupadas con mucho agrado, haciendo mojar mi sexo que desde el comienzo pedía a gritos ser penetrado.
Trate de hacer lo visto en algunas películas XXX que he visto, como para estar a tono.
Con mi mirada puesta en sus ojos, mientras lo acariciaba con todo el amor posible, bajando suavemente hacia el miembro erguido de mi progenitor, encontrándome con la firmeza de ese pene lo tome suavemente, tal cual lo había soñado desde que lo vi masturbándose. Ambos estábamos con un temblor en nuestros cuerpos desnudos, la piel erizada y sentí por primera vez el famoso olor al sexo, que invadía nuestro alrededor.
Cayendo de bruces ante el palpitante pedazo de miembro, sin dudarlo abrí la boca y lo engullí, en un principio me dio arcadas debido a que por mi inexperiencia llegue hasta el fondo de la garganta, sacándolo de un tirón para retomar la tarea, ahora más despacio, cuando mis oídos comenzaron a percibir sus jadeos acompasados al ritmo de mi mamada.
Suavemente me tomo de las orejas haciéndome levantar, se arrodillo elevando una de mis piernas para situarla sobre su hombro, sabía lo que se venía, me entregue a disfrutar. Su aguda y hábil lengua recorrió todo el contorno de mis labios vaginales, por momento los quería separar y continuaba su raid en derredor haciéndome perder la noción del tiempo transcurrido entre que comenzó y llego al lugar que me hizo explotar en tremendo orgasmo, el duro clítoris encapullado que tantas veces yo había usado para darme mi propio placer, pero este orgasmo fue totalmente distinto, fue el primero producido por un hombre real, no imágenes en mi cabeza.
La pandemia me arrebató la virginidad
Ese orgasmo me hizo temblar mucho más las piernas, no podía mantenerme en pie, con media sonrisa de lado y mis jugos chorreando por la comisura de sus labios, se paró posteriormente a bajar delicadamente la pierna elevada.
- Tina, ¿es cierto que aun sos virgen?
- Si papa, no te miento, aun lo soy.
- Entonces estas preparada para dar ese paso tan importante.
- Sí, es algo que siempre soñé, entregar lo más bello al hombre que siempre me valla a amar.
- Es muy lindo lo que decís, pero… ¿no querés guardarte para alguien más especial?
- Nunca habrá alguien más especial que vos, (utilice la Psicología inversa) ¿te arrepentiste y no querés hacerme mujer en el sentido sexual?
Debo haber tocado su sensibilidad, sello mis labios con un beso. Mientras caminamos hacia la habitación, me abrazo por detrás tomando mis tetas con ambas manos haciéndome sentir en mis glúteos la dureza de su miembro al tiempo que besaba y daba pequeños mordiscos a mi cuello. Con la delicadeza que lo caracteriza me deposito en la cama.
- Pero hija, ¿no tenemos protección?
Dijo casi decepcionado.
- En mi mochila tengo una caja de preservativos que llevaba por las dudas se presentara la ocasión.
Sin dudarlo salió corriendo hacia mi pieza regresando rapidísimo con lo necesario en la mano, abrió uno dejándolo en la mesita de noche, para continuar el jugueteo previo. Entregándome a disfrutar de su experiencia, cerré mis ojos posicionándome en la cama a piernas y brazos abiertos. Comenzó a acariciarme con las yemas de esos dedos suaves, recorriendo todo mi torso superior y mis flancos, sin llegar al monte de venus, casi sin tocar los pezones, bajaba hasta la pelvis para regresar por el mismo camino. Llevábamos así varios minutos cuando se decidió y aboco su trabajo manual en mi alborotada vagina.
Debo reconocer que siempre he tenido miedo de mi primera vez, pero con Tino, mis miedos se disiparon, es muy dulce, tierno, sabe cómo y dónde tocar en el momento preciso.
Su mano tomo la mía, la llevo a su miembro jugando con él por un rato, haciéndome lo propio en mi vagina, introdujo uno o dos dedos, no puedo precisarlo, estoy segura que tome con firmeza ese miembro tirando hacia mí; entendió el mensaje, se subió sobre mi cuerpo y sin soltar esa hermosa pija la guie a la vagina (aunque no hacía falta, Tino conocía el camino) la sentí apoyada entre mis labios, palpitaba, y se movía entre ellos con facilidad por la humedad reinante producida por mis jugos.
Había llegado el momento, comenzó a ingresar muy suavemente en mí, algo parecido a una corriente eléctrica recorrió desde mis pies hasta la cabeza, a medida que iba ganando terreno las sensaciones variaban, por momentos dolía, por momentos parecía como un ardor, como si me quemara pero no me importo todas esas cosas que sentía eran soportables, solo estaba expectante a escuchar el sonido que me había imaginado haría al perder la integridad del himen, cosa que nunca sucedió. Al sentir que la punta de esa verga toco fondo se detuvo preguntando.
La pandemia me arrebató la virginidad
- ¿Duele o te sentís mal?
- No, todo lo contrario, por favor seguí no pares.
Y así hizo, siguió moviéndose dentro de mí con una suavidad increíble, entraba y salía a ritmo constante, rotando levemente su cadera o moviéndola hacia los lados, sentí un hermoso cosquilleo que provenía desde lo más profundo de mi sexo con un calor que comenzó en el mismo lugar y se fue extendiendo hacia arriba y abajo, sintiendo como algo era expulsado en forma pulsátil, ¡¡¡mi primer orgasmo!!! Que rico se sintió y lo demostré con el grito que sucedió a los gemidos que venían saliendo de mi interior.
Saco su miembro de golpe, tomo el preservativo y la volvió poner dentro de mí con la misma suavidad que al principio, la diferencia era que al comenzar los movimientos los primeros segundos fueron más vehementes, rápidos y contundentes, como si quisiera meter dentro sus testículos que golpeaban fuertemente en el perineo. Gemíamos los dos, era un concierto de ruidos guturales, gemidos y gritos, nuevamente me vinieron esas sensaciones que me avisaron de otro orgasmo, mi eyaculación fue más cantidad que la anterior y el grito que pegue fue fuertísimo, tanto que al terminar de modularlo Tino hizo lo suyo, y lamentablemente todo su semen quedo en el plástico del preservativo, me hubiera gustado tanto sentirlo en mi interior, lo que si pude sentir fue su tibieza y la fuerza con que salía de su miembro cada vez que pujaba ese falo que momentos antes llevo mi “inocencia” a otro nivel.
Una vez que termino de palpitar en mi interior lo saco muy delicadamente, permitiéndome ver la prueba de esa hermosa primer vez, con un hilo sanguinolento que se deslizaba por el condón y una cantidad impresionante de semen en su interior.
Nos recostamos sin reproches, solo se le notaba la cara de felicidad y amor en sus ojos.
- Tina ya vengo, voy al baño a higienizarme, aún tengo vestigios de sangre en el miembro.
- Pero si usaste condón.
- Lo use para descargar el semen, tu desfloración fue sin él.
- Bueno papito, aquí te espero.
Al rato llego con su miembro pendiendo entre sus piernas, acompañado de sus “guardaespaldas” que parecían empujarlo a cada paso.
Quedamos un rato observando nuestros desnudos cuerpos, de pies a cabeza, cuanta belleza estética había en el de mi papa.
Mi curiosidad me llevo a tomar su miembro entre mis manos para inspeccionarlo, textura, largo, grosor, color, cuantas venas tiene, como se desenfundaba la punta de esa majestuosa pija que momentos atrás me proporcionara mi primer gran placer de los muchos que vendrían.
Lo vi ir tomando consistencia y endurecerse de a poco, irguiéndose majestuosamente ante mis ojos, sin pensarlo mucho, me acerque hacia él, fui dando pequeños, suaves y delicados besos casi rozando solamente su piel, la lengua salió casi por inercia para recorrerlo en toda su extensión, deteniéndome por momentos a saborear sus testículos. Con la experiencia de mi primer sexo oral hace un rato, esta vez fui más despacio y tratando de degustar lo que me estaba “comiendo”. Clave mis ojos celestes en los suyos, abrí la boca introduciendo la regordeta cabeza en ella, automáticamente mi lengua se posó entre mi labio inferior y la móvil piel del aparato, lo rodeaba con ella, forme un círculo con mis labios ejerciendo una suave presión a la vez que mi cabeza iba y venía, atrás, adelante, rodeaba con la lengua, atrás, adelante, más profundo, más afuera, mi pequeña mano había aprendido rápido a mover la piel desde la punta hacia los huevos, que en su movimiento querían golpear mi barbilla. Esa máquina de placer se endureció haciéndome sentir como comenzó a palpitar, Tino jadeaba como un animal cansado de correr, y al grito de - Ahhhh acabo mi vida.
Descargo una impresionante cantidad de semen tibio en mi boca. Debo reconocer que en un principio no me gusto, pero siempre mirándonos a los ojos me dijo…
- Trágala toda, hasta la última gota mi amor.
No sé cómo se me ocurrió en ese momento, sin quitar la vista de sus esmeraldas que me observaban, abrí la boca mostrando lo que tenía en mi interior tragando todo su semen, que me resulto agradable, ese sabor agridulce y su consistencia, a lo que más adelante me haría adicta.
Con mi cabeza apoyada en su abdomen, me quede dormida.
Soñaba con esas manos hábiles que momentos antes me habían brindado tanto placer, el sueño era tan real, tan vívido, que me parecía estar haciéndolo, experimente una corriente eléctrica que me despertó de golpe y ahí lo veo estaba arrodillado entre mis piernas, brindándome sus caricias eróticas y como dice el tema musical “no lo soñé” logró que tenga un orgasmo aun dormida, me giro en la cama y alzo mi culo, el que poniéndome cual perro lo ubiqué en pompa ofreciendo mi recién estrenada vagina, de un solo empujón perdió dentro de ella su hermosa virilidad con esos movimientos hermosos que hace, me llevo a elevarme nuevamente al paroxismo, cuando comencé a gemir y estaba por tener mi segundo orgasmo consecutivo siento que uno de sus dedos ingresa por el esfínter anal, haciendo ese momento inolvidable, mis fluidos salían a borbotones y el aumento su ritmo, de repente saco su miembro y descargo todo su semen en mi espalda, lo sentí hermoso, tibio y en gran cantidad.
La pandemia me arrebató la virginidad
Nos bañamos juntos para luego desayunar, sin hablar del tema, era como si fuera normal ya.
Con el correr de los días fuimos viendo videos y replicando posturas, leyendo el Kama Sutra a full.
Decidí inyectarme anticonceptivos, encargándolos en la farmacia venia un chico muy guapo que se ofreció a aplicarlo (creo que para verme el culito).
Diecinueve de marzo del veinte veintitrés nos anuncia mama que el veintisiete de ese mes tomaría el vuelo que repatriaría a los argentinos varados en Europa.
Hablamos mucho sobre la vuelta de mama, quedamos en que lo nuestro no se iba a cortar, ya veríamos como tener nuestros encuentros de padre e hija.
Por lo pronto en las video llamadas de mis padres, (debo reconocer que me ponía celosa verlo masturbarse delante mío mientras hablaba con mama) ella no sospecho absolutamente nada, y eso que en varias oportunidades el hacia el ademan de masturbarse mientras yo le practicaba sexo oral arrodillada debajo de la mesita donde estaba la computadora, mama disfrutaba su paja y yo degustaba el semen de papa.

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