Revista Ciencia

La paradoja biotecnológica

Por F.guiral - S.pérez

Georgina Sanahuja, Raviraj Banakar y Teresa Capell

Departament de Producció Vegetal i Ciència Forestal, ETSEA, Universitat de Lleida

Es una completa hipocresía situar en extremos opuestos la biotecnología vegetal y la agricultura ecológica. Y más cuando en ambas concurren aspectos idénticos, por mucho que en algún caso su aplicación se quiera enmascarar de forma tan selectiva como interesada.

Las plantas de maíz transgénicas, que tienen integrado en su genoma un gen de la bacteria Bacillus thuringiensis (Bt) que les permite producir por sí mismas una molécula insecticida para protegerse contra el taladro, son consideradas una amenaza para nuestra avanzada civilización europea, mientras que esas mismas bacterias Bt que han sido transformadas con genes artificiales totalmente ajenos a ellas, por ejemplo, los productos Raven, CRYMAX y Lepinox, son utilizadas rutinariamente como insecticidas en la agricultura ecológica donde, para más inri, sólo se les encuentran cualidades positivas.

Se tiene constancia del uso de esporas de Bt en polvo como insecticida desde el tiempo de los egipcios. Por lo tanto, después de tantos años de aplicación, es normal que los insectos hayan desarrollado resistencia a este compuesto.

Incluso en el caso de que esta situación llegara a producirse con las plantas de maíz o algodón transgénicas que contienen el gen Bt, tanto empresas como laboratorios públicos ya han ofrecido una amplia gama de alternativas que pueden ayudar a evitar el problema
o a solucionarlo. La utilización de refugios, es decir, áreas con plantas isogénicas, híbridas iguales a las cultivadas pero no transgénicas, así como la expresión en las plantas de combinaciones de genes y la precisa anotación de las observaciones que realizan los agricultores que las cultivan, no han aportado en quince años de cultivo la mínima descripción de algún problema relevante.

La paradoja biotecnológica
Al contrario, presentan muchos beneficios. La reducción de la aplicación de productos fitosanitarios y herbicidas tiene un claro impacto en la disminución de la contaminación de las tierras y aguas. Ello supone la rebaja de las tareas agrícolas y, por extensión, la
supresión del laboreo de las tierras en muchas regiones.

Pero también comporta la reducción de la erosión del terreno y contribuye a mejorar los niveles de humedad de los suelos. Estos cultivos han aportado beneficios extra a los agricultores al abaratar los costes de producción e incrementar el rendimiento de las cosechas. Ha quedado demostrado así que el mismo suelo rinde más con menos pesticidas y fertilizantes, lo cual posibilita una agricultura más sostenible y asequible.

Sin embargo, pese a todo lo dicho, los mayores focos de insectos resistentes están apareciendo en los campos de los agricultores que siguen las prácticas ecológicas. La paradoja está servida. ¿Cómo superar esta repulsa en un campo ecológico? Las bacterias Bt en su medio natural no tienen ninguna necesidad de evolucionar a cepas más virulentas.

En cambio, los agricultores ecológicos sí que las necesitan más activas y con un espectro de acción más amplio para que sean capaces de eliminar los insectos que afectan a sus plantas.

La solución es la aplicación de la biotecnología para la mejora de las bacterias Bt de uso ecológico. Empresas como Syngenta han puesto en el mercado ecológico insecticidas con cepas de bacterias Bt que contienen trozos de genes de Escherichia coli, normalmente, habitantes de nuestros intestinos, que hacen de vector a los nuevos genes insecticidas introducidos en las cepas Bt más virulentas.

Si la agricultura ecológica tiene que plantearse no únicamente la aplicación de las bacterias Bt sino que resulten, si cabe, más virulentas, o también la combinación de bacterias para poder mantener a raya a los insectos que destruyen sus cultivos, entonces ¿dónde van a buscar las fuentes capaces de proporcionar a los agricultores ecológicos combinaciones de bacterias que les ayuden en sus prácticas agrícolas insecticidas? La única solución que se ha encontrado hasta ahora ha sido la aplicación de la biotecnología en la mejora de las bacterias Bt, un logro exitoso en bacterias Bt recombinantes o transgénicas.

Quien tomó la decisión de que las plantas transgénicas y la agricultura ecológica no fueran compatibles se equivocó por completo. La combinación del cultivo de plantas transgénicas en condiciones ecológicas sería el marco ideal para el cultivo por ejemplo de
plantas de productoras de medicamentos, como nuestro maíz del proyecto Pharmaplanta o nuestro tabaco del proyecto Smartcell. Ahora, los agricultores ecológicos se muestran reacios a cultivar este tipo de plantas cuando sus conocimientos resultan del todo imprescindibles para nuestra investigación.

La aplicación generalizada de la biotecnología es un hecho innegable, por lo que tendríamos que dirigirnos hacia una situación en la que todos saliéramos ganando con el uso de las mejores herramientas para la obtención de los mejores productos, sin hacer exclusiones ideológicas.


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