Aún recuerdo 2008 cuando el banco J.P. Morgan anunció la compra del banco de inversión Bear Stearns por un importe de 150 millones de €. Me sorprendió el precio, teniendo en cuenta que sólo el edificio de la sede en Nueva York tenía un valor en libros de 900 millones de €. Como hemos visto con las hipotecas subprime, el agujero era de tamaño considerable. Meses después Lehman Brothers quebró debido a créditos subprime.
En su momento me pregunté, donde estaban las agencias de calificación y porque no habían previsto esta situación y para qué servían. Si calificaban con información externa o lo hacían con su propia información. La desinformación que venden es total en un mundo que paga por información fiable y veraz.
Ahora la Generalitat de Catalunya tiene que solicitar dinero al contribuyente porque las entidades financieras no se lo prestan. No confían en su posible devolución porque su ratio de solvencia no es bueno. Por lo tanto debe pagar un alto precio para atraer el ahorrador particular con un interés del 4,75%. Por otro lado, la Generalitat deberá pagar a las entidades colocadoras un 3% de comisión (alrededor de 240 millones de €) por asegurar la operación.
Resulta extraño que mientras el ahorrador asume el 100% del riesgo, sólo recibe el 60% del beneficio. Cuando la Generalitat pide dinero a particulares, porque la banca se niega a prestárselo, nos informa de asuntos que intuimos pero no alcanzamos a dimensionar como el elevado tamaño de la Administración Pública, la mala gestión de los recursos públicos, la falta de previsión, la incompetencia de cargos con sueldos elevados y poca responsabilidad, ignorantes administradores de aquello para lo que han pedido el voto.
Me pregunto sobre qué está sustentado todo este sistema y si no es el momento de dejar de vivir por encima de nuestras posibilidades. Rebajar una deuda mayor de la que podemos pagar parece ser un buen argumento no solo político, al igual que saber administrar lo que no tenemos. Esto no sólo es una mera reasignación de recursos, es un pozo sin fondo del que es imprescindible salir.
Cuando leo el diario, tengo la impresión de no haber aprendido nada del 2008.