La paradoja del capitalismo
Publicado el 21 noviembre 2010 por Hugo
Históricamente, el desarrollo de los valores democráticos y de la cultura democrática ha estado estrechamente asociado a lo que en términos generales podemos calificar como una economía de mercado. Más específicamente, una condición altamente favorable para las instituciones democráticas es una economía de mercado en la que las empresas económicas están principalmente en manos privadas, y no en las del Estado, esto es, en una economía capitalista más que en una socialista o estatista. Pero el estrecho vínculo entre democracia y capitalismo de mercado esconde una paradoja: una economía de mercado capitalista inevitablemente genera desigualdad en los recursos políticos de los que pueden disponer los distintos ciudadanos. Así, una economía capitalista de mercado daña seriamente la igualdad política: los ciudadanos que son desiguales en bienes económicos difícilmente serán iguales políticamente. Parece que en un país con una economía de mercado capitalista la igualdad política plena es imposible de realizar. Consecuentemente, hay una permanente tensión entre la democracia y la economía de mercado capitalista (...) [Pero] no podemos dejar de concluir que una economía capitalista de mercado, la sociedad que produce y el crecimiento económico que típicamente comporta, constituyen todas ellas condiciones altamente favorables para desarrollar y mantener instituciones políticas democráticas.
El capitalismo de mercado es un poderoso disolvente de los regímenes autoritarios. Cuando transforma una sociedad de terratenientes y campesinos en empleados, empresarios y trabajadores; de masas rurales sin educación y apenas capaces de sobrevivir, y muchas veces ni siquiera esto, en un país de habitantes con educación, moderadamente seguro y urbanizado; de la monopolización de casi todos los recursos por parte de una pequeña elite, oligarquía, o clase dominante, en una más amplia distribución de los recursos (...) Pero una vez que la sociedad y la política han sido transformadas por el capitalismo de mercado, y están presentes las instituciones democráticas, la perspectiva cambia drásticamente. Ahora, la desigualdad en los recursos que estimula el capitalismo produce serias desigualdades políticas entre los ciudadanos. Cómo hacer que el matrimonio de la democracia poliárquica con el capitalismo de mercado sea más beneficioso para alcanzar una mayor democratización de la poliarquía es una cuestión verdaderamente difícil para la cual no hay respuestas fáciles, y sin duda ninguna breve. La relación entre el sistema político democrático de un país y su sistema económico no democrático ha supuesto un formidable y persistente desafío para los fines y prácticas democráticos a lo largo del siglo XX. Este desafío seguramente proseguirá en el siglo XXI. ¿Hay mejores medios de preservar las ventajas del capitalismo de mercado a la vez que se reducen los costes para la igualdad política?
Robert Dahl,
La democracia: una guía para los ciudadanos, Taurus, Madrid, 1999, pp. 179-206.