La vida de Henrietta Lacks se parece a la de muchas mujeres afroamericanas en la Norteamérica de los años 50. Pobre, sin estudios y trabajando en una plantación de tabaco. Se casó con un primo suyo y tuvo 5 hijos.
No obstante, el final de su vida supondría un hito en la historia de la biomedicina.
Con 31 años, y poco después de haber dado a luz a su quinto hijo, Henrietta fue diagnosticada con un cáncer de útero termina. Intentaron todo tipo de terapias pero fue en vano. El tumor era tan agresivo que consumió su vida en cuestión de ocho meses. Murió un 4 de octubre de 1951 en el hospital Jonhs Hopkins en el estado de Maryland.
Este caso podría haber sido de lo más común si no fuera por su ginecólogo quien extrajo una muestra de las células cancerosas del tumor de Henrietta Lacks y se las envió a un médico llamado George Gey. Lo que descubrió revolucionaria el mundo de la biomedicina hasta nuestros días
Las células de Henrietta eran peculiares. Por aquella época no se conocía ningún tipo de célula que pudiera sobrevivir fuera del entorno adecuado. Estas células podían. También presentaban una resistencia poco frecuente. Se dividían en 24 horas y eran tan agresivas que contaminaban un cultivo cualquiera con una sóla célula.
Además, superaban “el límite de Hayflick”. Es el número de veces que una célula puede dividirse antes de morir. En el caso de las humanas es de unas cincuenta divisiones. Pues bien, las células de Henrietta superaban este número. Se dividían indefinidamente. No envejecían.
Gey llamó a estas células, las células “HeLa”. Este médico no patentó estas células y las dejó a disposición de la ciencia.
HeLa ha ayudado a investigar numerosas enfermedades tales como: cáncer, SIDA, sustancias tóxicas… También ha ayudado a realizar el mapeo genético, han sido empleadas para investigar la sensibilidad humana a los cosméticos, entre otros. Las células han Además su peculiaridad ayudó a desarrollar la vacuna contra la poliomielitis. Jonas Salks y sus colaboradores lograron hacer crecer el virus de la poliomielitis en las células HeLa. Esto permitió desarrollar la vacuna.
Se estima que se han producido 20 toneladas de las células HeLa desde que se descubrieron hace 60 años, con fines científicos. Además hay más de 11.000 patentes que las involucran.
Parece que la muerte de Henrietta Lacks había tenido “un sentido” y que, si no ella, sus familiares habrían sentido un gran orgullo (y satisfacción económica ya que HeLa ha sido la base de la multimillonaria industria biotecnológica) al saber gracias a ella miles de personas han sobrevivido y se han beneficiado de “su sufrimiento”.
En absoluto. George Gey y Henrietta Lacks nunca llegaron a conocerse. El ginecólogo que extrajo sus células lo hizo sin ningún permiso ni consentimiento informado. Sus familiares se enteraron de la existencia de HeLa y de su funcionalidad 20 años después de la muerte de Henrietta, cuando un científico contactó con ellos para pedirles una muestra de sangre.
Una vez más la historia nos muestra cómo la ciencia a veces es ciega y poco ética. Los familiares de Henrietta siguen siendo igual de pobres que su bisabuela. Lo único con lo que cuentan es con el acrónimo del nombre de su familiar. HeLa (Henrietta Lacks)
La pregunta que nos hacemos desde Detectives de la Historia es: ¿Ciencia a toda costa? ¿Aún por encima de la privacidad genética?
BBC. “Las células inmortales de Henrietta Lacks y su reconocimiento tardío”. (en linea). (Fecha de consulta: 03 de seprtiembre de 2015). Disponible en: http://www.bbc.com/mundo/noticias/2013/08/130808_ciencia_reconocimiento_familia_celula_inmortal_np
NEOTEO. “Las primeras células humanas inmortales”. (blog). (Fecha de consulta: 03 de septiembre de 2015). Disponible en: http://www.neoteo.com/hela-las-primeras-celulas-humanas-inmortales-15154/