Tras una conversación que tuve recientemente sobre un tema muy interesante y novedoso para mí, en que la que mi participación fue básicamente escuchar con atención y preguntar pues estaba realmente sorprendida, por un lado del conocimiento y pasión del experto, y por otra, de lo que me estaba retroalimentando y generando dentro de mi entender.
Pues bien, a raíz de ello, me surgieron una serie de interrogantes, pero hay una que quedó resonando en mí, se trata sobre el sentido de tener algo y la posibilidad de no disfrutarlo o de no verlo, o sentir su presencia, asirlo en nuestros sentidos. Luego pensé en que la quizás era mejor si lo planteaba como: ¿dónde estará el disfrute de algo en lo que no hemos tenido la experiencia?. A lo que casi inmediatamente deliberé en que el disfrute es algo muy relativo a cada persona, por lo que en este caso particular, no me podía imaginar ese disfrute que hallaba la vivencia de mi interlocutor apasionado.
Al cabo de casi tres horas de escucha y reflexión con mi querido erudito, una vez más, caí en la cuenta, que la pasión es un factor esencial, cuando anhelamos el logro de algo, cuando elegimos tomar acción para tener ese algo; por lo que es una cuestión que nadie puede entender a cabalidad cuando se trata del logro de otra persona, pues representa y es, todo el esfuerzo del camino que lleva a alcanzar eso que se desea, llámese sueño, meta, satisfacción personal, satisfacción de una necesidad, cumplimiento de un objetivo…, lo cual es muy propio de cada quien.
De ahí que la pasión sigue siendo fundamental en ese proceso de alcanzar algo, y constituye todo aquello que vaya proporcionando su vivencia desde que se empieza el impulso de su consecución, luego durante y una vez logrado, pero que puede extenderse durante el período que elijamos mantenerla.
Siendo que la pasión es una emoción intensa que abraza el entusiasmo o deseo por algo, motivando abiertamente su conquista, versus la pregunta inicial que motivó esta reflexión sobre “el sentido de tener algo y su disfrute”, me atrevería a decir que, la pasión es entonces, generadora intrínseca del disfrute que podamos lograr cuando hay un propósito claro de por qué queremos o
tenemos ésto ó aquello, por qué hacemos lo que hacemos, por qué elegimos ser la persona que somos en cada momento, por qué buscamos algo, por qué atesoramos algo o bien de la razón que hay tras una decisión que pudiese resultar difícil, entre otras.
Rescato también _de la conversación sostenida_ el hecho sobre lo saludable que resultar tener una apertura hacia atender nuevas perspectivas, formas de vida, ó temas que podrían parecernos inicialmente no tener afinidad alguna con nuestro rango consciente de cuestiones que nos atraen, pues pueden ser tan fascinantes y sorprendentes que podrían siempre aportar a nuestra vida.
Todo esto me llevó finalmente, a envolver el sentido de las cosas con el propósito del ser humano que es, el sentido que nos otorga la vida misma, donde el estar movido por ese motor cargado de pasión nos da la posibilidad de continuar avanzando en esa búsqueda de claridad, sentido y empuje de nuestro paso.
En consecuencia, el descubrir nuestras pasiones, y alcanzar la presencia en las mismas, resulta ser básica en nuestra conciencia de crecimiento personal y su disfrute disponible en cada día elegido con propósito.