Revista Sociedad
Para aquellos que no tengan la fortuna de disfrutar de interminables secuencias de dibujos animados destinados a divertir a los peques y torturar a los padres, haré una breve presentación de la patrulla canina.
Se trata de unos dibujos animados infantiles en los que unos cachorros que imitan a los Village People, liderados por un niño (Jake) que no tiene amigos, resuelven problemas absurdos, en una ciudad ideal: limpia, sin atascos, ni delincuencia (cómo se nota que es una serie canadiense). Eso sí, en todas sus aventuras se fomenta el trabajo en equipo, el buenrollismo y el follow-the-leader. Lo que viene siendo una buena fábrica de ciudadanos obedientes. Eso sí, no se desaprovecha la ocasión para hacer alarde del merchandasing cada vez que los cachorritos salen de excursión en sus vehículos.
De modo que terminas agarrando manía a tan dulces cachorritos, a saber: Chase, el policía, Marshall, el bombero, Zuma, el vigilante de la playa, Rubble, el currante de obra, Roky, el basurero, Skye, la piloto aéreo.
Por tanto no es sorprendente que mientras tus retoños disfrutan de tan dulce tostón, comiences a imaginar cosas extrañas. Como por ejemplo, si estos genios del trabajo en equipo y de usar herramientas serían capaces de salir con vida de una película de terror. Ya no digo Viernes 13, que ha sido mentarlo e imaginar a Jason en el Mercadona comprando pan para hacerse unos perritos calientes, sería demasiado fácil, de modo que pienso, más bien, una peli de terror light, de las que hay tantas. De esas películas en las que puedes predecir quién será el siguiente que morirá ensartado por la astucia de un perverso y enloquecido ser, que al final termina siendo alguien cercano.
Así que voy a responderme yo mismo a la siguiente pregunta.
Por tanto: Si se hiciera una película de terror en con adorable e infantil patrulla canina, ¿en qué orden morirían?
Doy por supuesto que serían incapaces de salvarse, no no hay nada de objetivo en la afirmación es que les tengo manía. De modo que es cuestión simplemente de paciencia. ¿Más? Sí, un poco de paciencia más viene bien, además la recompensa merece la pena (muaahhhaha)
En primer lugar, el malo de la película tendría que ser el líder de los perritos, ese en el que tienen fe ciega (si es que la fe no lleva a ningún sitio sano). No es bueno fiarse de un niño que siempre está de buen rollo, que nunca se enfada, y que con esa edad no desafía el mundo. Todo eso son síntomas de una oscura y perversa personalidad. Seguro que en el sótano de la casa está constuyendo una réplica de la madre de su vecina, a base de lo que encuentra en el cubo de la basura, y planea convertirse en el lider satánico de su rebautizada ciudad “Bahía infernal”
Así pues, fingiría ser la primera víctima de un imaginario ser malvado que quiere aniquilar a toda la patrulla canina porque es la reencarnación de un dios egipcio, envuelto en vendajes, adorador de gatos, y al que los perros le producen urticaria. Todo ello le daría libertad para practicar sus habilidades de serial killer con sus adorables cachorritos.
Y para ser fieles a los esterotipos de las películas cárnicas de terror, el primero en morir sería el negro, en este caso Zuma (el que va de vigilante de la playa, pero que no se come ni una rosca). ¿Cómo? Pues ya ves, ni una rosca…No, ¿qué cómo muere? Da igual, si los propios autores le tienen marginado, podría morir incluso por un uñero infectado, algo que ni tenga que ver con la trama.
El caso de que ya tenemos un fiambre y el resto de cachorros comienzan a huir. Eso sí, tiene que ser de noche, debe llover, y tienen que encontrarse con una gallina fantasmagórica bizca que parece un ser abyecto del que no hay que fiarse, pero que gracias a sus erráticos movimientos mientras picotea ojos de gato que se encuentran por doquier, consigue que el malo pierda pie y caiga varias veces, una de ellas incluso clavándose el cuchillo y pareciendo que se habían librado de él para siempre.
A continuación moriría el fortachón, amable y poco listo Rubble en alguna heróica escena de fuerza bruta, que se podría haber evitado pensando un poco, pero el presupuesto no da para más, de modo que se sacrifica para que sus amigos tengan opción de escapar.
Después moriría el policía, el que suele llevar la voz cantante, Chase, el único que tenía el plan claro para conseguir salir de la encerrona en la que el malvado les ha colocado para poder liquidarles. La forma sería fácil, utilizando la imitación. Chase habría llevado al grupo al lugar en el que el difunto Jake tenía su tablet, planes de emergencia y una baliza de alta potencia con la que avisar a los SuperWings – que es lo mismo que la Patrulla Canina, pero en forma de avión, sí demencial- De modo que al activar la baliza, se produce una explosión, que lanza uñas de gato como metralla, y el líder perruno muere dolorosamente como si fuera un alfiletero. Eso sí, habría que recrearse un rato porque normalmente el actor en cuestión, el perro, o lo que sea tiene fans que se comprarán cualquier cosa que lleve el nombre o la cara del difunto, para decir eso de que estaba guapo incluso muerto.
Vale, el líder perruno, fuera. Lo que queda de patrulla cae en el caos, no hay plan, sólo huir del malvado dios egipcio. Así que toca desbandada, la gallina se pierde. La chica se pierde. Tú estás perdiendo el tiempo leyendo esto. España pierde la eurocopa. Más pérdidas que un autobús de octogenarias haciendo zumba. Con esto conseguimos dar una oportunidad a otros personajes para sacarles de la zona de comfort y que puedan luchar más allá de sus habilidades innatas, eso siempre engancha al público que todavía no se ha podido comprar un yate.
Ya sólo quedaría, Rocky, el activista ecologista con complejo de Diógenes (confunde reciclaje con acumular mierda), Marshall el idiota simpático, y Skye, la chica, a la que no se le pueden atribuir muchas propiedades porque es un personaje bastante machista, la niña que va de rosa, para la que el mundo es una tarta de frambuesa que huele a nubes. Los creadores de la serie saben que hay que poner algo rosa para que las niñas también quieran comprar muñecos de la patrulla canina. Perdón las niñas no quieren comprar muñecos, lloran hasta que los padres lo compran para no volverse locos con tanto llanto.
Los más débiles a priori son la chica y el tonto, pero claro, el que muere es el basurero, que es el único que puede inventar cosas, de este modo se quedan los más inútiles a la merced del malvado de la peli.
Como era de esperar el malvado dios egipcio les acorrala fácilmente, y como todos los malos de película mala, se comienza a recrear en el momento dulce de finalizar su carnicería, y comienza a dar pistas a los dos próximos difuntos para ver si alguno de ellos se da cuenta de que el malo era su adorado Jake. Pero nada, no hay forma de que se den por enterados. Por lo que harto de dar tantos rodeos, se quita el disfraz y dice “Que soy yo, idiotas”.
Los cachorritos no salen de su asombro, los espectadores tampoco consiguen salir del profundo sueño en el que les ha sumido la película, y con medio ojo abierto aciertan a ver como el niño se dispone a trinchar a los cachorritos con una katana canadiense, que es como las katanas japonesas, pero respetuosa con el medio ambiente y sin filo para que los niños no puedan matar osos. Pero justo en el momento de consumar la matanza, aparece la gallina bizca que vuela entre el asesino y los cachorros. Jake, reacciona tratando de cortarla en dos, pero falla y la katana se queda enganchada en la lámpara del techo, con lo que muere electrocutado.
Los cachorros finalmente se salvan, y tras tan traumática experiencia se enamoran y engendran una nueva camada de cachorros tontainas adoradores de las películas de terror con argumento predecible
Y fueron felices, hasta que comieron perdices, que por cierto eran primas hermanas de la gallina bizca, que se vengó de los perritos picándoles en los ojos cuando iban a cruzar la autovía. El resto es la historia de dos manchas sangrientas sobre el asfalto.