A veces es necesario hacer una pausa,
repensar los silencios
y los abrazos no dados,
la humanidad dejada a un lado,
el amargor férreo de la noche siniestra.
Pausar al cruzar las avenidas,
También al despertar y alardear de soledades;
el atardecer mezclado de fulgores mientras se contempla la marea
embravecida…escapar de vientos por los ventanales…
Anochecer, cuando se repiensa el día no vivido,
Reconocer el nuevo punto equinocciante del mañana.
La pausa se enclava mediana en la configuración
de mapas gigantescos en propias vidas cotidianas,
esperanzados de algún gladiolo floresciente
en medio de la arteria más latiente, más viva!
Ahí, en medio de esa pausa meridiana
es necesario recomenzar a diario,
bocetarlo todo: de perfil, de frente, con mirar fructífero…
Nivelar las superficies marinas, mientras broten nuevas algas
A la derecha y por la margen siniestra avanzan las balsas
de una vida pasajera, estoica de fuegos y guerrillas
Deshumanidades a cada vista, miradas indiferentes,
Silencios a gritos por el norte, ausencia en mi sur de azulejos…
Bailes y candilejas para regocijarme de una partida nueva
Y de las tristezas …
Así, en simple y en constante: sigamos estas piedras baldosas,
por el camino pedregoso, por la marea brava;
Siempre en vos, sin vos,
con voz de a vos,
Pero también conmigo y conmigo.