Malos tiempos para la lírica. Tiempos en los que la guerra pega fuerte y sigue triunfando. Libia es sólo el exponente más visible en este momento. Pero ahí están, Israel, que sigue masacrando a Palestina, Yemen, cuyo presidente ya anuncia una guerra civil, Bahréin, donde una mayoría masacra a una minoría, Marruecos, cortando con violencia las manifestaciones populares y siguiendo con su política de fagocitación del pueblo saharaui, Sudán, Arabia Saudí y otras muchas guerras de gobiernos contra su pueblo que permanecen en el olvido, porque sus sátrapas sirven a los grandes.
Pueblos olvidados y monarcas bien pagados. Esa es la historia de este mundo. Una historia que no ha cambiado, que se ha movido al compás de la guerra, siendo la paz sólo paréntesis que juega a favor de los poderosos.
Hoy todavía estremece ver el monólogo de Chaplin en El Gran Dictador, ese alegado pacifista escrito hace setenta años y que sigue en vigor y demuestra que no hemos avanzado:
Salud y República