Con la paz pasa un poco como con el amor: hay tantas definiciones como personas. Hay gente que piensa que la paz es simplemente no estar en guerra, ya sea a nivel internacional (sin conflictos armados de un país contra otro) o personal (sin disputas con tu hermano por la herencia de tu tía abuela alemana, por ejemplo). Para otros la paz significa estar tranquilo sin tener muchos problemas, llegar a final de mes sin demasiados apuros o que tus hijos aprueben todas sin profesores particulares. Para una gran mayoría la paz significa que todo vaya saliendo en la vida más o menos como uno lo ha planeado estando a gusto consigo mismo.
Este libro no comparte ninguna de estas concepciones de la paz, ya que como quizás habrás adivinado, querido lector, está escrito desde una cosmovisión cristiana. En este sentido la verdadera paz es interior y es preciso buscarla y perseguirla sin cesar. Y esa es la tarea para la cual Jacques Philippe escribió esta obra, con vistas a ayudarnos en este camino.
La paz interior es un libro corto que apenas supera las cien páginas. Se encuentra dividido en tres secciones, en las que se nos habla sobre qué es la paz interior y qué es necesario para obtenerla; sobre cómo reaccionar ante lo que nos hace perder la paz, y finalmente sobre lo que dicen varios santos al respecto. Cada una de estas secciones está subdividida en varios puntos de unas tres páginas cada uno, de modo que su lectura es muy asequible y se hace perfecto para tenerlo sobre la mesilla de noche como libro de consulta y reflexión antes de irte a la cama.
No quiero ahondar en muchos más detalles, pero creo que lo más importante que puedo decir sobre él es lo siguiente: todas las veces que lo empecé a leer con una cierta inquietud interior por las razones que fueran terminé su lectura sorprendentemente tranquilo. Las circunstancias no habían cambiado en absoluto pero sí mi forma de encararlas. En mi opinión, eso es más que suficiente para un libro que se hace llamar La paz interior.
Termino con un pequeño fragmento para abrir boca:
"Por el contrario, el auténtico combate espiritual, más que la lucha por una victoria definitiva o por una infalibilidad totalmente fuera de nuestro alcance, consiste sobre todo en aprender a aceptar nuestros ocasionales fallos sin desanimarnos, a no perder la paz del corazón cuando caemos lamentablemente, a no entristecernos en exceso por nuestras derrotas, y a saber aprovechar nuestros fracasos para saltar más arriba... Eso es siempre posible, a condición de que no nos angustiemos y conservemos la paz..."