Tenía unos 15 granitos de estos. Luego se han hecho ampolla y ahora presentan una pequeña costra
Este fin de semana llevé a mi hijo a urgencias en un centro privado y nos tocó una pediatra con prisa.
Vale que era festivo, vale que el niño no tenía fiebre y vale que confundí la varicela con picadas de mosquito pero sospecho que algunos pediatras creen que llevamos a nuestros hijos al médico porque nos divierte. ¿Creerán acaso que prefiero esperar durante 2 horas mi turno, mientras mis 2 terremotos se ponen nerviosos, antes que irme a la playa? ¿Creerán acaso que rodear a mis hijos de otros niños con virus galopantes es el no va más?
Como que la respuesta es sí, voy a enumerar aquí una serie de actitudes que algunos pediatras (no todos) emplean para que la madre se de prisa y se pire del box:
-Nos instan a que describamos los síntomas con más celeridad, como si todas tuviéramos un doctorado en Medicina.-Si a su juicio lo que decimos es irrelevante, se ponen en su mesa a escribir no sé qué cosa y no alzan la mirada del papel (o del PC) hasta que nos hemos callado.-Si para romper el hielo hacemos algún chiste fácil su expresión se petrifica.-Si comentamos que al bebé le sale un diente, se indignan y nos dan una reprimenda: “Eso no tiene nada que ver con lo que le ocurre a su hijo”.-Una vez desvestido el niño, les llama una enfermera y se largan dejando a nuestro hijo desnudo y a nosotras sin saber si taparlo o dejarlo como está.
La conversación que tuve con la pediatra fue así:
—Buenos días, quítele la ropa. ¿Qué tiene? — ametralló la doctora
—Pues verá, le han salido unos granos en la cara y extremidades, en el tronco no tiene— esto último le molestó. Le molestó que redundara en que en el tronco no había granos.
—Ya claro. Vamos a echar un vistazo. ¿Ha tenido fiebre? — preguntó.
—No. Stop. Pero lleva unos días tonto. Stop. Con menos apetito y…— aunque intenté explicarlo a la velocidad del rayó me cortó.
—Si no hay fiebre no hay virus— sentenció.
—Sí pero es que ha vomitado 3 veces y además le está saliendo un diente— Ahí me callé yo en seco porque se le desencajó la cara.
— ¡ESO NO TIENE NADA QUE VER! — A continuación bajó el tono — Esto parece una reacción a una picada.
— ¿De mosquito?
—De lo que sea, hay infinidad de bichos que pican— se indignó.
— ¿Y cada vez que le pique algo se pondrá así? ¿Cómo puedo evitarlo? Es que tenemos terraza y a veces nos entra alguna araña— relaté sabiendo que me estaba excediendo en los detalles.
—¡De lo que se trata es de que ustedes pongan medios para que al niño no le pique nada! Existen infinidad de repelentes y productos en la farmacia para ello. Tenga esta receta, es una crema con antibiótico y corticoides e instalen una mosquitera o similar. — Le faltó añadir “y búsquese la vida la próxima vez”. Me dio la Diprogenta de toda la vida y andando.
Mi hijo hoy ha vuelto a vomitar. Los granitos se han convertido en mini ampollas. Ayer mi hija mayor no quiso cenar por falta de apetito. Lo que tienen es un virus como una casa. A lo mejor se trata de un exantema viral “menor” y sin importancia. A lo mejor es la “quinta enfermedad”, pero una reacción a una picada de una araña, no es. Sobre todo porque este verano nos hemos pasado un mes entero en el Tirol en plan Heidi, revolcándonos por la hierba y haciendo cabriolas por la montaña y picadas hubo muchas, pero reacciones alérgicas ninguna.
Para hacer honor a la verdad, debo decir que aunque a mí me escupió cada palabra, la doctora se comportó de forma muy cariñosa con Santi. Espero que la próxima vez, me toque una que me hable con cariño a mí también.