Seguro que alguna vez has sentido ese vientecillo que hace una piedra al pasar cerca, muy cerca de tu cabeza. Es una especie de vacío, un ¡ZIUUUU! que rápidamente se transforma en un subidón de adrenalina al darte cuenta de que te has librado, por esta vez, de una soberana pedrada en la cabeza que podía haberte roto la crisma. ¿Verdad que sabes de lo que te estoy hablando? Seguro que sí, todos lo hemos sentido alguna vez, una piedra, un balón, un jarrón, un florero… cada situación tiene su proyectil.
Pues esa misma sensación tuve el domingo por la noche al ver que LePen no iría a hacerse una copia de las llaves del Elíseo. Y seguro que eso mismo sintió media Europa que pasó el domingo conteniendo la respiración. Seguro que por las cuatro esquinas de la UE se oyó un “Bufff” de alivio al ver que, por esta vez, os librábamos de la pedrada que suponía el que Francia se pasase al “lado gamberro” de la Unión porque, ya se que suena mal, pero no es lo mismo que Hungría se comporte, algunas veces, como un Hooligan del KuKluxKlan que el que lo hiciese Francia, en el segundo caso la catástrofe estaba servida. Esta vez parece que se haya zapeado el peligro pero veremos la próxima, el filo cada vez es más fino.
Pero bueno, Francia se ha salvado, por ahora de la extrema derecha de Madamme LePen pero el peligro no se ha desvanecido, la brecha sigue abierta y se va agrandando poco a poco, cada vez más profunda. No olvidemos que si ha ganado Macron no es porque lo quiera Francia sino porque la mayoría ha pensado que era el menos malo. La gente le ha dado los votos no por verlo renovar de presidente sino por librarse de la opción aunque ni aún así. A pesar de la urgencia del voto la abstención ha subido más que en décadas y hasta candidatos como Melenchón proponían “pasar palabra”, sin pensar que el voto en blanco alentaba a la derechona mega-rancia. Ni aún con el susto los franceses que habían enterrado a los partidos cásicos han sido capaces de unirse un poquito para alejar a los que se empeñan en decirnos que «cualquier tiempo pasado fue mejor», aquí en España tenemos a los señores de verde empeñados en que los tiempos del treinta y nueve al setenta y muchos eran los buenos mientras otros felicitan a Macron por haber ganado a la ultraderecha mientras pactan justamente con lo mismo en ayuntamientos y comunidades autónomas, de locos.
¿Han sido los franceses? No creo, si ha ocurrido en Francia esto es porque les pillaba el turno de las elecciones. Lo de la caída de los partidos tradiconales es un hecho. Los esquemas han cambiado, tenemos otras necesidades y un voto a un “contrato de adhesión” clásico ya no cuela, estamos descontentos, desilusionados con lo vivido y lo sufrido. Es un sentimiento que ha calado en todo el mundo, cada uno de los países se van a enfrentar a ello según llegue el momento. El reto está en conseguir rellenar ese hueco tan enorme que dejará “lo de siempre” con algo que no acabe siendo un problema mayor, con algo que consiga ilusionarnos de nuevo no vaya a ser que la próxima pedrada no de en toda la cocorota. Tendremos oportunidad de ver si el fenómeno se reproduce, en directo, el próximo diecinueve de junio, en Andalucía Pero visto como está el percal voy a ir buscándome una chichón era no vaya a ser que esta vez acierten y me caiga una soberana pedrada en todo el cráneo.