España es tan absurda y surrealista que los perdedores quieren ser ganadores y formar gobierno. Pedro Sánchez, cuyo destino lógico en un país decente y democrático habría sido dimitir tras su reciente fracaso electoral, lucha como un apache cercado por presidir el gobierno a toda costa, quizás porque sabe que ser presidente es lo único que puede salvarle de ser laminado por sus propios compañeros de partido. Está tan ofuscado por escapar de la derrota interna que desoye los consejos y se está convirtiendo en un peligro que hasta puede superar a Zapatero en insensatez y daños. Sánchez recibe presiones desde dentro y fuera de España, todas advirtiéndoles que no pacte con Podemos y con los nacionalistas, pero él se ha entregado a la ambición. Una vez más, España está a punto de ser víctima de su clase política, una de las mas alejadas de la democracia y mas insensatas del mundo. ---
La entrevista entre Rajoy y Pedro Sánchez ha sido un fracaso, no porque ambos líderes carezcan de química y se desprecien, sino porque Pedro Sánchez necesita, para salvarse, ser él y no Rajoy el que presida el futuro gobierno de España. Y para lograrlo parece dispuesto a hacer cualquier locura, incluso la de pactar con Podemos y con nacionalismos independentistas que odian a España. La de Pedro Sánchez es una loca ambición, de esas que pueden arruinar a un país y causarle daños irreparables.
"No puedes pactar con gente que odia a España". La frase se la ha lanzado Joaquín Leguina a Pedro Sánchez y es la que mejor resume el drama que están viviendo el socialismo español y la propia España por culpa de la desordenada ambición de un dirigente socialista acosado por el fracaso, tan ambicioso y osado que, ignorando que ha perdido las elecciones y que ha cosechado los peores resultados de la historia del PSOE, se empeña en ser presidente del gobierno, aunque para ello tenga que pactar con el mismo diablo.
Esa obsesión por el poder puede causar daños terribles no sólo al ya herido PSOE, sino a España entera, que podría ser gobernada por una coalición contra natura en la que convivan los socialistas con Podemos y fuerzas nacionalistas e independentistas que han demostrado con creces su odio a España.
En España siempre ocurren cosas que previamente parecían imposibles, como el hecho de que Zapatero, que llevó al PSOE y a España hasta el borde del abismo, sea superado en insensatez y estragos por el actual secretario general del PSOE, Pedro Sánchez.
A nadie le interesa en el mundo occidental que un partido como Podemos gobierne en España. Se lo están diciendo a Sánchez desde todos los rincones del planeta: la OTAN, El Banco Mundial, el FMI, Bruselas, Washington, etc., pero él no hace caso y sigue empeñado en formar gobierno, declarando que esa es su meta con una imprudencia inelegante e inédita, sin ni siquiera esperar a que el ganador de las elecciones, Mariano Rajoy, intente él ser investido, como le corresponde en democracia.
Felipe González, cada día mejor vinculado a los grandes poderes que mueven el mundo, le ha dicho a Pedro Sánchez que una alianza de gobierno con Podemos acabaría con el PSOE como partido político, pero Pedro Sánchez está sordo, quizás porque sabe que su única salvación está en presidir el gobierno de España y que si no lo consigue, perderá la Secretaría General y pasara a la Historia como un fracasado.
Tiene enfrente a todos los barones territoriales del PSOE, entre ellos a la poderosa Susana Díaz, que controla el socialismo andaluz, tan fuerte que puede decidir congresos y marcar tendencias. Desde muchos ámbitos de su propio partido le dicen que el lugar del PSOE en esta legislatura es la oposición, donde debe reorganizarse, curar sus muchas heridas y volver a conectar con una sociedad que le está abandonando.