Ocurrió hace más de diez años. La Bombonera no temblaba, tampoco latía. Aquella tarde de noviembre de 2001, resistía sus lágrimas y lo veía, por última vez, en pantalones cortos y botines. Dueño de la escena en el césped, Diego Maradona se confesaba en público y patentaba otra de sus frases célebres. “Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha”, admitía en terapia grupal. Aplausos y ovación de los fanáticos por su mensaje honesto. Pues bien, el Diez limpió la redonda de culpa y cargo en su despedida, pero en China la mancharon. De verdad. Allí, comenzó el Mundial de fútbol en el barro, en el que participan más de 30 equipos con seis jugadores. ¿Sus reglas? Se disputa en una cancha enlodada de 25m x 15m, con dos tiempos de 12 minutos y un entretiempo de seis. Este juego, según cuentan, comenzó hace siglos en el nordeste de Inglaterra, como un ejercicio de preparación para los soldados. Hoy es furor y existen unos 260 equipos inscriptos en el mundo. No les pidan Fair Play. Sólo vale el juego sucio… en todo sentido.