El médico valenciano Luis Ignacio Amorós ha publicado en Infocatólica un comentario al documento de voluntades anticipadas propuesto por el gobierno de la comunidad valenciana hace ya un tiempo. Tras una exposición de la versión "popular" de los principios de la bioética, analiza su contenido. Su comentario viene a mostrar la dinámica intrínseca de este tipo de documentos hacia la eutanasia: si el principio fundamental es la autonomía del paciente, es cuestión de tiempo que vayan cayendo los límites externos (éticos o legales) a dichas pretensiones autónomas (que, dicho sea de paso, nunca pueden ser auténticamente autónomas); los enlaces del documento remiten a material complementario interesante.
Entiendo que uno de los argumentos más repetidos por los partidarios de la eutanasia es invocar el pincipio de autonomía. No querer ser una carga para los demás, no llevar una vida indigna, decidir cuándo y en qué circunstancias uno quiere morir, en definitva: no depender de los demás. Ante esta realidad, la solución siempre pasa por valorar a las personas dependientes en su justa medida.
Como dice magistralmente MacIntyre: " Antes de que nazca un niño, los padres suelen querer que se ajuste más o menos a un ideal cuyos detalles concretos varían de una cultura a otra […] Sin embargo, para proporcionar la seguridad y el reconocimiento que el hijo requiere, todo buen padre común ha de entregarse al cuidado de su hijo igualmente si este resulta ser feo, enfermizo o retrasado. Esto atañe tanto a los padres que tienen hijos con un desarrollo normal y que son saludables, inteligentes y guapos, como a quienes tienen hijos con alguna desfiguración o lesión cerebral. Un buen cuidado paterno se define en parte por referencia a la posibilidad de que los hijos sufran la aflicción de una grave discapacidad. Por supuesto, los padres que tienen hijos seriamente discapacitados tienen que ejercer las virtudes correspondientes de manera heroica […] Son el modelo de la buena maternidad o paternidad, ofrecen el ejemplo digno de seguir y la clave para la tarea de todos los padres. Hay individuos cuya discapacidad extrema es de tal naturaleza que sólo pueden ser miembros pasivos de una comunidad […] Ya he planteado anteriormente que sería importante que los demás pensáramos, respecto a la condición de estos individuos: ‘Yo podría haber sido él’. Pero este pensamiento debe traducirse en una clase de consideración especial; el cuidado que se requiere de los demás y el cuidado que los demás requieren de uno exigen una entrega y una consideración que no esté condicionada por las contingencias de una lesión, una enfermedad o cualquier otra aflicción”.
Dicho en otras palabras, el cuidado ha de ser incondicional. Todos los hombres somos igualmente dignos. No se debe graduar el valor de los individuos, en función de su autonomía. Estas ideas y muchas otras se pueden encontrar en el artículo "Antropología de la dependencia" publicado por Alfredo Marcos, Catedrático de Filosofía de la Ciencia, de la Universidad de Valladolid. Esta es su web: Alfredo Marcos