Publicado en Público.es el 3 de febrero de 2015
El Presidente Obama centró su Discurso sobre el Estado de la Unión del pasado día 20 en la necesidad de luchar contra la desigualdad, no solo por una cuestión moral, según dijo en otra alocución de diciembre pasado, sino también porque es más fácil que las recesiones se produzcan en los países en donde es mayor. El lunes pasado, presentó el Presupuesto para 2015 y volvió a manifestar que es fundamental hacer frente a la desigualdades y a los recortes que se vienen imponiendo sin cesar a las clases trabajadoras. Tajantemente dijo que es imposible sacar adelante la economía e incluso ser competitivos “si los estándares de vida de los ciudadanos caen un 25%”.
La verdad es que a Obama no le faltan razones para estar preocupado por ese motivo. El pasado 25 de enero, el profesor de la Universidad de Berkeley Emmanuel Saez publicó la última actualización de sus conocidas estimaciones sobre la distribución de la renta en Estados Unidos, ahora con datos de 2013 (Striking it Richer: The Evolution of Top Incomes in the United States).
Aparentemente, la situación parece haber mejorado algo. En ese último año, el ingreso real del 1% más rico cayó un 14.9% y el del 99% restante aumentó, aunque solo en un modesto 0,2%. Eso hizo que la participación en los ingresos totales del 1% más rico bajara en 2013 del 22,8% al 20,1%, y la del 10% más rico del 50,6% al 48,9%.
Sin embargo, esta reducción se debe, según Saez, a que la población de ingresos más altos adelantó su percepción a 2012 para evitar la subida de 6,5 puntos porcentuales en el impuesto sobre las rentas del trabajo y de 9,5 en las del capital que se aplicó en 2013. Por eso dice que los ingresos de 2012 de ese grupo de población más rico estaban más elevados de lo normal y que en 2014 volverán a subir respecto a los de 2013.
La distribución de la renta, por tanto, no mejora sustancialmente. El 1% más rico sigue apropiándose de casi el 95% del incremento de ingresos que se viene registrando en Estados Unidos desde 2009 y del 60% desde 1993.
Las razones que según Saez explican esta tremenda concentración de la renta son dos fundamentales. Por una parte, los fuertes recortes de impuestos a las rentas más altas de los últimos años. Por otra, los cambios operados en los mercados de trabajo como consecuencia del debilitamiento de las instituciones que tras la II Guerra Mundial levantaron a la economía estadounidense. Entre ellas, la presencia y fuerza cada vez más débil de los sindicatos (que se traduce en peor defensa y menor capacidad de negociación de los asalariados) y el progresivo abandono de las normas de protección social y de las que combaten en origen la desigualdad salarial, por ejemplo, con salarios mínimos más elevados.
Aunque sea al final de su mandato, el presidente Obama parece estar dispuesto a actuar contra esa tendencia siendo consciente de que la vía de recortar derechos sociales y salarios solo produce una extraordinaria concentración del ingreso que a la postre solo lleva a las crisis y al estancamiento. Y refiriéndose directamente a lo que está sucediendo en Europa ha señalado que las políticas de recortes que aumentan la desigualdad son especialmente negativas y contraproducentes en fases de recesión como la que estamos viviendo: “No se puede seguir estrujando a países que están en medio de una depresión. Hay un punto en el que tiene que haber una estrategia de crecimiento para que puedan pagar sus deudas y eliminar así parte de sus déficits”.
Pero mientras que Obama intenta combatir la desigualdad como a un cáncer que destruye la economía y la sociedad en su conjunto, las autoridades europeas siguen ciegas por el camino contrario. Aquí no solo no se le hace frente sino que “se han desmantelado los mecanismos que reducen la desigualdad”, tal y como denunciaba el informe de Oxfam La trampa de la austeridad. El verdadero coste de la desigualdad en Europa (2013). El resultado lo tenemos delante de nosotros: Europa va peor, no se recupera la actividad ni se crea empleo suficiente ni de calidad y crece el malestar social y el sufrimiento humano.