Revista Comunicación

La peor clase política de nuestra democracia

Publicado el 04 febrero 2022 por Nafuente

La peor clase política de nuestra democracia

Michael Kiwanuka - Love & Hate

Menuda imagen de país de pandereta que está dando España en la prensa internacional. Menos mal que nos salvan nuestros deportistas de élite y algunas multinacionales españolas de prestigio, que aportan un poco de esplendor a todo lo que ensucia buena parte de nuestra clase política, que vive en un estado de enfrentamiento permanente. El último ejemplo que nos saca los colores ocurrió ayer en el Congreso de los Diputados, en una votación rocambolesca de la convalidación de la reforma laboral. Da para un guión de comedia surrealista: un diputado del PP, Alberto Casero, vota telemáticamente tres veces mal con doble verificación on line, es decir el sujeto ¡se equivoca seis veces!, y su partido monta en cólera porque ha sido "un fraude democrático y legal" (José Luis Martínez-Almeida dixit). Menuda frasecita. Paralelamente, dos diputados de UPN --Sergio Sayas y Carlos García Adanero-- engañan a su formación política y votan lo contrario de lo que anunciaron, saltándose las directrices de su partido y dejándolo en evidencia. A ver cuánto tardan en estar en otro partido... Luego la presidenta del Congreso se equivoca con el recuento de votos y los que inicialmente aplaudían a rabiar por tumbar la reforma laboral segundos después hacen aspavientos desde sus escaños, al grito de qué pasa aquí.

El remate ha sido la vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra, diciendo hoy que esos dos votos de UPN han sido "comprados" por el PP aportando como único argumento que durante todo el día se vio a esos dos presuntos esquiroles conversando con diputados populares y de Vox... Como siempre, las estrategias partidistas por encima del interés general, que sigue agonizando en la uci esperando por un chute de ética política. El toque tragicómico fue ver a PP y Vox votando en el mismo bando que ERC y Bildu. Los patrias con los antipatrias. Los que aman España con los que quieren romperla en un intercambio loco de caretas. Tanto navajeo y mediocridad generan estas jornadas parlamentarias dignas de ser olvidadas y que refuerzan una frustración generalizada: qué narices hemos hecho y deshecho para soportar, salvo contadas excepciones, a la peor clase política de nuestra democracia.


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