Revista Diario
Sin duda esa fue la última que tuve. La tercera del triplete que no pudo acabar peor... Y es que en cirugía hay pocas cosas peores que una parada en quirófano... Salir y tenir que contárselo a un amigo, compañero y familiar del paciente. Pocas cosas peores que no poder hacer nada. Y la guardia cargadita de un montón de marrones que mi bloqueo mental me impedía llegar a solucionar. Gracias al apoyo de esa pedazo de resi de familia que compartió aquel día, con su noche que parecía que nunca iba a llegar a su fin. Y al final llegaron las 8 de la mañana (siempre llegan) y volvió a salir el sol...