Muchas veces no nos damos cuenta de la importancia que tienen nuestras intuiciones y nuestras percepciones en nuestra forma de actuar. Si bien una percepción puede quedarse únicamente en nuestra cabeza, las acciones que proceden de estas intuiciones son sociales porque modifican en mayor o menor medida el entorno en el que las realizamos. Y cuando estas percepciones son compartidas por un grupo que presenta unas características comunes (nacer o trabajar en un país, pertenecer a una clase media o baja, o ser simplemente de un pequeño pueblo), los resultados de sus acciones nos afectan a todos.
Precisamente quería hablar de una percepción colectiva en concreto ; el sentido común. El sentido común se define (contrastando diversas fuentes virtuales y yendo a lo simple, que es precisamente de lo que va el tema) como el conjunto de convicciones compartidas sobre como actuar o qué creer en una comunidad dada sin que tales convicciones se basen en razones comprobables. Dicho de otro modo: el sentido común es aquello que se percibe y guía la actuación de una comunidad pero no sabemos si es verdad. Y eso puede llevar a errores que se pagan caros, muy caros.
Una de las características del sentido común, es que parece evidente cuando lo pensamos una y mil veces, de tal manera que lo damos por hecho y , en la mayoría de los casos no lo comprobamos. Esto pasa mucho en la política.
Cuando el pasado 25 de mayo , Pablo Iglesias Turrión ganó 5 diputados en el parlamento de Bruselas , más de los que esperaba, decidí pensar cuáles eran las claves de su éxito. Busqué en la prensa, vi varios programas de la Tuerka, de Intereconomía, de la Sexta Noche… Encontré que la comunicación fue fundamental en su campaña como también lo fue utilizar como base las asambleas populares del 15 M , descentralizadas por barrios , pueblos y distritos. Sí , sí todo esto era fundamental, además del voto de castigo, y el empobrecimiento de la clase media con su correspondiente hastío. Había muchas variables y se me ocurrió una forma de conectarlas: la percepción de lo que una mayoría de ciudadanos entiende por sentido común.
Pablo Iglesias como buen orador y mejor comunicador supo poner sobre la mesa un mensaje extraordinariamente simple: Ellos ( La “Casta”) viven como Dios y encima son corruptos e ineficaces. No solucionan los problemas de los ciudadanos porque ellos están arriba y nosotros estamos abajo. Un mensaje que, al margen de que sea o no verdad, es lo que le dice el sentido común a la mayoría de la gente. ¿ Quien no escucha en un bar o en un taxi como se arregla España mientras se critica, uno tras otro, al jefe de la oposición, al Presidente del Gobierno, a los partidos mayoritarios y a la banca? En definitiva, el sentido común es un auténtico pensamiento de masas, una conciencia colectiva que no se basa en comprobaciones sino en creencias y es con eso con lo que ha conectado Podemos. Con lo que la inmensa mayoría piensa y que, en un contexto de crisis, se piensa con más fuerza.
Sin embargo, rara vez el sentido común acierta de pleno. La actividad política no es tan sencilla como “echar a los de arriba para que suban los de abajo” hay procesos que negociar, problemas estructurales y estructuras sociales que deben tenerse en cuenta. Obviamente los politólogos que componen Podemos saben esto bastante bien, los que no lo saben son muchos de sus votantes.
¿Qué pueden hacer otras fuerzas políticas frente a este hecho? Básicamente les toca ser los aguafiestas: tienen que romper con el “sentido común” haciendo ver cuáles de los elementos del discurso del sentido común son correctos y cuáles están errados. Les toca, como a los buenos sociólogos, ser demiurgos de la sospecha, dudar de todo en su foro interno para destripar las convicciones dadas y presentar a la ciudadanía un nuevo marco de convicciones que estén más comprobadas científicamente, que pasarán por argumentar contra ese “sentido común “ y , de esta manera, desbaratar las percepciones mayoritarias de los ciudadanos. Se trata de una tarea ardua y nada fácil y se debe aprovechar cualquier atisbo de duda en los ciudadanos. ¿ Queréis empezar hoy a comprender las verdades o preferís creer sin comprender? Empecemos ya mismo.