Nada es perfecto, se suele decir. O que la perfección no existe. Y algunos terminarán por concluir que la perfección se encuentra en los ojos de quien la ve. Pero en realidad la perfección es lo único que existe. Porque nada es de otra forma si no como es, y de esa forma es perfectamente lo que es. Y lo que no es como es, no existe. Porque si algo deja de ser perfectamente como es, ya no es lo mismo, y por lo tanto, todo lo que es, es perfecto. Y aunque las cosas cambien, todo cambio es perfecto, y el resultado es la perfecta consecuencia de todo lo demás. Las cosas nos pueden gustar más o menos, porque sobre gustos, yo ahora no opino. La sensibilidad ante la belleza puede ser educada.
La presunta imperfección de esta margarita la ha hecho perfecta para ser la protagonista de esta entrada.