Hace unos años, en plena eclosión de los libros de autoayuda, el escritor canadiense Will Ferguson publicó Happiness, una novela sobre este tipo de libros. Su premisa era muy sencilla: ¿que ocurriría si uno de estos libros funcionara y el mundo entero fuera feliz?
En la novela ocurre algo así con "Lo que aprendí en la montaña", un libro que cambia a quien lo lee y empieza a dejar el mundo lleno de personas "insoportablemente" felices. De hecho, todos dejan el tabaco, el alcohol, sus trabajos estresantes y, entre otras cosas, abandonan la vida acelerada y la cambian por la pesca.
Llevando la novela a nuestro terreno, nos hemos acordado de todas las campañas de seguridad y mejora de la calidad asistencial, y de los esfuerzos que se realizan para evitar errores que afecten a la salud del paciente. Existen muchos consejos, guías y recomendaciones para conseguir que el profesional (y el paciente) puedan cambiar su comportamiento y adaptar muchas costumbres arraigadas en el día a día. Todo con el objetivo final de disminuir el riesgo y evitar los errores.Pero, ¿cómo sería un día de trabajo cumpliendo a rajatabla todas las normas, guías, recomendaciones, evidencias, etc.?