No se trata de tener que ser artista. Simplemente se trata de protestar de forma original, preparando un pequeño show, donde la originalidad sustituya a las formas de protesta tradicionales.
Se trata de bailar, cantar, moverse, dramatizar, desnudarse. En definitiva, se trata de llamar la atención, para obtener una repercusión importante.
Desde luego su objetivo no es sustituir a las protestas tradicionales. Pero sí, es una nueva forma que las complementa. Son actividades pacíficas y lúdicas capaces de provocar, de asombrar. La ética propia de cualquier provocación se une a la estética de una dramatización en un escenario elegido a propósito para esa actuación.
Son ya muchas las performances que se han realizado. Ayer, mi querida amiga Carmen hablaba de una en la que se protestaba por el caso Bankia, cantando y bailando por bulerías en una oficina del banco.
Hoy, les dejo otra muestra. Estudiantes malagueños decidieron protestar dejando su cuerpo al desnudo por los recortes que este gobierno está aplicando a la educación, bajo el lema: ‘Nos
quedamos en bragas’ y reivindicando una Universidad pública y de calidad
La performance como protesta es una forma pacífica de combatir las injusticias. Una manera más de decir no a ciertas actuaciones políticas. Hoy, es una mancha de aceite que se está extendiendo, y, su objetivo es difundir, de forma organizada y peculiar, problemas sociales y reclamar su solución.
Su eficacia reside en su originalidad. Y gracias a los medios de comunicación y las redes sociales, dejan huella y tienen más eco que las protestas normales. Con poca gente se consigue llegar a muchos ciudadanos.
¡Bien por las performances reivindicativas!
Salud y República