Revista Opinión

La “perniciosa” cultura de la ducha nos está creando muchos problemas de salud

Publicado el 05 junio 2013 por Martincalatrava

El fenómeno de la obsesión por la higiene, que se viene produciendo desde hace medio siglo, parece que ha tocado techo. Si hace tres generaciones las convenciones sociales animaban a bañarse una vez a la semana, lo más habitual hoy es ducharse diariamente, cuando no dos o tres veces al día: al levantarse, después de practicar deporte y antes de acostarse. Sin embargo, cada vez son más los especialistas que advierten sobre las consecuencias negativas de lo que consideran una “higiene excesiva”. Su recomendación: ducharse cada dos o tres días, siempre que no se hagan esfuerzos físicos, se laven las manos cada dos o tres horas, y se utilice el bidé diariamente.

Los argumentos que promueven un relajamiento de la higiene personal son muchos y variados, englobando tanto los aspectos relacionados con la salud como con el medio ambiente. Entre los primeros destaca el daño que el agua y los geles de baño producen en nuestra piel y cuero cabelludo, resecándolos e impidiendo la generación de las sustancias segregadas de forma natural para protegernos de infecciones. Respecto a los argumentos ambientales, el derroche de agua, y de energía para calentarla, son sus principales preocupaciones.

Las tesis defendidas por dermatólogos, bacteriólogos y ecologistas parecen comenzar a calar entre la población, al menos, entre los británicos. Según una encuesta elaborada por el grupo SCA, el 41% de los ingleses y el 37% de las inglesas ya no se duchan diariamente si no van al gimnasio ni realizan esfuerzos físicos. Unas cifras que entre los jóvenes se reducen a uno de cada tres, entre quienes triunfan más los desodorantes que los jabones.

Sociología de la higiene

Una tendencia inimaginable hace unos años, pero que cada vez se relaciona menos con una falta de urbanidad. La socióloga Elisabeth Shove ha realizado diversas investigaciones sobre lo que denomina ‘la cultura de la ducha’ y entiende que “se trata de un hábito convertido en elemento esencial de nuestro día a día. No es una opción, es casi una obligación social”. A pesar de ello, Shove apunta que “parte de la sociedad comienza a cuestionar estas normas, recordándonos que no es necesaria una limpieza a fondo diaria si no tenemos un trabajo físico”.La epidermis y el cuero cabelludo se debilitan y quedan desprotegidos tras cada lavado

La socióloga británica explica que cuanto más se van conociendo “los efectos de la ‘cultura de la ducha’ sobre nuestra piel y sobre el medio ambiente, más nos paramos a reflexionar y tratamos de bañarnos menos veces, a menor temperatura y evitando enjabonarnos tanto”. Unas pautas que, añade, “deberían venirnos a la cabeza cada vez que se nos ocurre meternos a la ducha”.

Los dermatólogos llevan años insistiendo sobre la necesidad de hidratar la piel, que se reseca y se agrieta cada vez que nos duchamos, al eliminar los lípidos por la acción corrosiva del exceso de jabón. Lo mismo ocurre con el cuero cabelludo, que se debilita y queda desprotegido tras cada lavado. Las personas con dermatitis o eczemas son más vulnerables a los químicos y detergentes que contienen los geles, por lo que les perjudican más los efectos de la higiene excesiva.

Proteger la piel para evitar infecciones

Los niños son el grupo de población con más riesgos por estos hábitos. Según un estudio de la universidad de California, la epidermis alberga bacterias “buenas” que ayudan a las células de la piel a producir sus propios antibióticos, que son especialmente necesarios para los niños y adolescentes. Si nos duchamos varias veces al día, esta protección natural contra las infecciones desaparece.

“Una ducha diaria, en la que nos lavemos a fondo el cuerpo y el pelo, es suficiente para desproteger la piel”, según el virólogo de la facultad de Medicina Queen Mary de Londres, John Oxford, quien también preside el Consejo Nacional de la Higiene. “Lo más importante es lavarse las manos continuamente para mitigar los gérmenes que portamos, y evitar así que se propaguen infecciones”, añade el profesor.


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