Artículo de José Muñiz, Catedrático de Psicometría en la Facultad de Psicología de la Universidad de Oviedo.
¿Qué significa ser un emprendedor?
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Todo lo relacionado con emprender y los emprendedores está de moda, en los foros periodísticos, radiofónicos y televisivos abundan los programas en los que se cantan las excelencias de los emprendedores y se invita a alguno de ellos para que ofrezca las claves del éxito. Pero, ¿qué significa exactamente ser un emprendedor? Y sobre todo, ¿de qué pasta están hechos los emprendedores? O en términos algo más académicos, ¿cuáles son las características de la personalidad de los emprendedores, si es que las tienen? Empecemos por aclarar la primera cuestión sobre qué es un emprendedor. La mayoría de las personas consideran que un emprendedor es alguien que ha montado algún tipo de proyecto o negocio y ha tenido éxito, lo cual es correcto, pero el asunto da mucho más de sí. A este tipo de emprendedores los llamamos extra-emprendedores, porque montan un proyecto nuevo que previamente no existía; pero no son menos importantes los intra-emprendedores, personas que trabajan en una empresa o institución y llevan a cabo innovaciones importantes en el ámbito de su puesto de trabajo, mejorando así el rendimiento de la empresa. Está claro que no tienen tanta visibilidad social como los primeros, pero son fundamentales para la buena marcha de las organizaciones.
Un buen líder es aquel que es capaz de motivar para que sus colaboradores actúen como intra-emprendedores, de ahí la importancia del trabajo en equipo. También se puede hablar de los emprendedores personales, para referirse a aquellas personas que tienen autocontrol sobre su vida personal y son capaces de tomar decisiones novedosas en la esfera del ámbito personal, de reinventarse, de auto-innovarse. Acaso ¿cabe dudar de la importancia de esta faceta? Para cambiar algo hay que empezar por uno mismo. Incluso cabe hablar de emprendedores sociales, cuando las capacidades de innovación e iniciativa se concentran en mejorar las condiciones de vida de la comunidad, todo tipo de misioneros y ONGs estarían encuadrados en esta categoría, con el Padre Ángel como paradigma. Aunque diferentes, estos cuatro tipos de actitud emprendedora están relacionados y comparten muchas características.
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¿Cuáles son las características de personalidad de un emprendedor?
Aclaradas las acepciones fundamentales del concepto de emprendedor, por supuesto cabría pensar en otras, vayamos con la segunda cuestión, ¿Cuáles son las características de personalidad de un emprendedor? Emprender, como cualquier otra conducta humana, es multidimensional, es decir depende de varios aspectos, de los que cabe destacar los cuatro siguientes: el contexto en el que se mueve la persona, como la sociedad, la cultura, la educación recibida, etc., las capacidades que posee, como la inteligencia, la creatividad y otras aptitudes, las actitudes ante la vida, y sus características de personalidad. Aquí voy a centrarme en el cuarto aspecto, referido a la personalidad de las personas emprendedoras, que es un campo que los psicólogos han estudiado desde hace mucho tiempo. Según las investigaciones más recientes ocho serían las características básicas de la personalidad de las personas emprendedoras: motivación de logro, toma de riesgos, innovación, autonomía, auto-eficacia, tolerancia al estrés, locus de control interno y optimismo. Comentaré brevemente cada una de ellas.
1.- Motivación de logro. Se refiere al deseo de alcanzar niveles de excelencia, y está muy relacionada con el esfuerzo que la persona está dispuesta a realizar para tener éxito en lo que hace. Los emprendedores son grandes trabajadores, no regatean esfuerzos, y no puede ser de otra manera, pues el rendimiento profesional y el académico depende fundamentalmente de dos factores: la capacidad de la persona y el esfuerzo que realiza. No vale de nada ser muy capaz si no se combina con trabajo duro, suele estimarse que para estar entre los mejores de tu profesión, al menos hay que trabajar unas cuatro mil horas al año, lo cual no es nada fácil. Hay que quitarse de la cabeza la idea de que emprender es tener una idea feliz y a vivir, la idea sólo es la semilla, luego hay que regarla y cultivarla con mimo y esfuerzo para que llegue a ser un buen árbol, y no digamos un bosque.
2.- Toma de riesgos. Emprender algo siempre es incierto, hay que ser muy prudente, pero no hay que tener miedo a fracasar, los fracasos constituyen el alimento de los futuros éxitos, un buen emprendedor sopesa con prudencia las posibilidades de éxito, siguiendo los mandatos del maestro Gracián en su oráculo manual, pero no se acobarda ante la ausencia de total seguridad de su proyecto. La seguridad total no existe, navegamos por el universo subidos a una nave frágil como es la Tierra. Todas las decisiones importantes se toman basándose en una información incompleta, por tanto la posibilidad de error está ahí, siempre hay riesgos, hay que asumirlo con naturalidad. Claro que hay que hacer todo lo posible para que la probabilidad de fallo sea mínima, pero los errores son una bendición, de ellos se aprende más que de los éxitos. El dicho popular lo que no mata fortalece tiene un fondo de verdad.
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3.- Innovación. No se cambia nada si no se tiene interés en nuevas ideas y soluciones, los emprendedores suelen ver soluciones diferentes, que a veces pueden resultar chocantes para el resto de las personas. Seguro que a todos se nos ocurren ideas novedosas sobre distintos aspectos de nuestro entorno familiar, social y laboral, claro que no basta con tener la idea, hay que empujarla y pelear por ella. Cuando se trata de jóvenes hay que dejarles espacio de experimentación y margen de error, no es buen maestro el que más censura y corrige, sino el que más estimula y ayuda al alumno encontrar su propio camino y solución. Ya decía nuestro Ramón y Cajal que el respeto al maestro no debe ser tan reverencial que impida el crecimiento del alumno, al fin y al cabo el objetivo de la enseñanza es que el alumno supere al maestro, si no es así no hay progreso.
innovación
4.- Autonomía. Se refiere al impulso que tiene la mayoría de los emprendedores de lograr con sus proyectos una mayor independencia personal, y ser capaces de tomar sus propias decisiones y decidir la forma de hacer su trabajo. Nadie emprende y se esfuerza para ser más dependiente, aunque ello no quiere decir que no se reconozca la necesidad de contar con la ayuda de otras personas para llevar el proyecto a buen puerto.
5.- Auto-eficacia. Es la convicción que tienen los emprendedores de que pueden realizar de forma eficaz lo que se proponen, confiar en sus posibilidades, y superar los obstáculos que necesariamente se van a encontrar. Tiene que ver con la confianza en uno mismo para navegar por las agitadas aguas por las que van a tener que navegar los proyectos que se inician, y con la capacidad para ver y aprovechar las oportunidades que se presentan.
6.- Tolerancia al estrés. En mayor o menor medida todos tenemos estrés, y no es malo, el estrés y la excitación son las fuentes de la acción, el problema es cuando los niveles resultan inmanejables, y por lo tanto bloquean la actividad y generan todo tipo de desajustes personales y laborales. Los emprendedores suelen tener una tolerancia al estrés mayor que otras personas, siguen funcionado bien fuera de su zona de confort, con niveles altos de tensión, lo cual es fundamental, pues sacar adelante un proyecto novedoso es fuente segura de estrés. Convivir con el estrés y rendir en situaciones de alta presión es fundamental para cualquier profesional, no sólo para los emprendedores.
7.- Locus de control interno. Esta expresión se refiere a que los emprendedores tienden a atribuir sus éxitos y fracasos a lo que ellos hacen o dejan de hacer, y no a la suerte o a factores externos sobre los que no tienen control. Si alguien considera que todo lo que le pasa en la vida se debe a la suerte, a los enchufes, a su signo zodiacal, o al inexorable destino, entonces lo más probable es que no emprenda nunca nada, para qué, si todo está escrito. Por eso los emprendedores son pro-activos, tienen confianza en sus acciones, frente a los reactivos, que simplemente reaccionan ante los hechos dados.
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8.- Optimismo. Es una de las características fundamentales de los emprendedores, nada se emprende sin algún grado de optimismo, por supuesto, no se trata de ser optimista patológico, pero sí una inclinación a ver la parte positiva de las cosas. ¿Cómo vamos a emprender algo con fuerza si de antemano no tenemos confianza en ello? Como bien decía Benjamin Franklin, que de emprender algo sabía, la alegría es la piedra filosofal que todo lo convierte en oro.
Después de leer esas ocho características de la personalidad de las personas emprendedoras tal vez el lector se pregunte si es posible mejorar esos aspectos en uno mismo, o se tiene el nivel que se tiene de una vez por todas. Nada es para siempre, lo mejor que tenemos los humanos es nuestra capacidad de aprender y por tanto de cambiar, así que si identificamos nuestros puntos fuertes y débiles, podemos mejorar aquello en lo que andemos más flojos, hay que ser emprendedor con uno mismo.
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Cuando los griegos acudían al oráculo de Delfos para averiguar el futuro lo primero que leían en el frontispicio del templo de Apolo era la famosa frase conócete a ti mismo, y es que para poder cambiar y ajustar el futuro a nuestras necesidades lo primero que hay que saber es dónde estamos y dónde queremos ir, nuestro futuro depende de nuestro presente.
¿Es posible detectar y mejorar la características de los emprendedores cuando son jóvenes?
Una pregunta habitual que nos hacen los educadores con los que trabajamos en este campo es si ya es posible detectar y mejorar las características de los emprendedores cuando son jóvenes. Se puede y se debe hacer, y en ese sentido es realmente admirable el papel que está jugando en Asturias el proyecto Valnalón, liderado por José Manuel Pérez Díaz (Pericles), o el Oviedo Emprende del Ayuntamiento de Oviedo, entre otros.
Oviedo emprende
También nuestro grupo de investigación de la Universidad de Oviedo ha desarrollado un cuestionario para jóvenes emprendedores. En el contexto escolar hay que tomar con mucha precaución las opiniones de los profesores sobre el futuro emprendedor de los jóvenes, pues con frecuencia tienden a confundir el éxito académico con la capacidad emprendedora del alumnado. Las calificaciones escolares no predicen con precisión qué estudiantes van a ser los más emprendedores, unas buenas notas siempre ayudan, pero no son garantía de que quien triunfa en los estudios lo vaya hacer luego en la vida profesional. La razón es que el tipo de aptitudes y actitudes necesarias para el éxito académico no son las mismas que exige la vida profesional, digamos que un buen expediente académico es condición necesaria, pero no suficiente para salir adelante en el complejo y exigente mundo profesional. Hay que detectar y estimular aquellas conductas de los estudiantes encaminadas en la dirección de emprender, y, sobre todo, ser receptivos a las ideas divergentes, no estándar, de los estudiantes.
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En la universidad estos aspectos de emprendimiento se tratan de fomentar dentro de lo que se denominan competencias transversales, es decir, competencias que atraviesan los distintos campos de especialización científica y profesional. Por ejemplo, la Filología es bastante distinta de la Física, pero para ser exitoso en cualquiera de ellas se necesita la competencia transversal de iniciativa y capacidad de innovación. A veces se argumenta que el nivel socioeconómico es clave para tener éxito como emprendedor, y no es así, en distintas investigaciones llevadas a cabo no se encuentran relaciones entre el nivel socioeconómico de las personas y predisposición a emprender, de modo que la clase social no es determinante para que una persona muestre capacidad emprendedora. Emprender es el primer paso inexcusable para tener éxito, pero sólo el primero, el psicólogo americano Sternberg, habla de veinte características de las personas exitosas, entre las que cabe destacar capacidad para concentrarse en los objetivos, el saber retardar las recompensas, aceptar las críticas justas, no auto-compadecerse, y combinar el pensamiento analítico con el creativo y el práctico.
José Muñiz
Espero que estas palabras hayan ayudado al lector a entender algunas de las cuestiones en torno a la personalidad de los emprendedores, si desea seguir indagando sobre el asunto puede leer el entretenido libro de Anxo Pérez, Los 88 peldaños del éxito.
José Muñiz, Catedrático de Psicometría en la Facultad de Psicología. Universidad de Oviedo