"Nada de música de acompañamiento, de sostén o de refuerzo. Absolutamente nada de música. Salvo, por supuesto, la música interpretada por instrumentos visibles"
(Robert Bresson)
No nos engañemos, "La pianiste" no es una película agradable ni mucho menos. Todo lo contrario, es dura, desagradable, obscena, cruda, atroz y humillante, pero es impresionantemente admirable en su tristeza y su crueldad. Es de esos films imprescindibles, soberbios y necesarios pero que a uno le da reparo recomendar (véase, por ejemplo, lo complicado que es recomendarle a alguien películas como"Happinnes", "La celebración" o "Irreversible").
La pianista ha sido, probablemente, durante mucho tiempo la obra más conocida, junto a "Funny Games", de Michael Haneke y también la más laureada y ensalzada, lugar que me atrevo a asegurar va a suplantar "La cinta blanca". En ella se dan cita dos elementos que dan vida al relato, fusionándose en perfecta simbiosis: La música y la sexualidad extraña y pervertida.La música, que siempre ha sido un elemento por el que Haneke ha pasado de puntillas en su cine y siempre nos ha llegado de manera extradiegética, se convierte aquí en un elemento indiscutible y primordial y sin cambiar para nada la filosofía y el pensamiento del director al respecto. No es que Haneke odie la música, nada más alejado de la realidad, ya que él la considera la mayor de las Artes; "sin la música, la vida sería otra cosa". Él cree que muchos directores hacen uso en ciertos momentos de la música para camuflar ciertas carencias de guión o para provocar sensaciones en el espectador que sus imágenes no consiguen transmitirnos. Para manipularnos en definitiva. Aquí la música, escogida por el propio Haneke, tiene un carácter marcadamente premoritorio, ya que su presencia nos conduce hacia la tragedia (entendida, como ya dije en anteriores posts, bajo el concepto griego de lo que es tragedia).
Recuerdo que cuando la vi en un cine, bastante gente (la que aguantó hasta el final de la
proyección que no fue mucha) la tildaba de "pornográfica", concepto con el que no estoy para nada de acuerdo. Obsecenidad y transgresión sí, y en cantidades muy elevadas (pero retratadas de manera más correcta y no tan gratuita como en esa gran tomadura de pelo que es "Antichrist" de Lars Von Trier), pero pornografía no, para nada, no se equivoquen, que pornografía es todo aquello que hace de la sexualidad un negocio y lo que aquí tenemos es otra cosa, el drama de un alma atormentada. "Lógicamente", las reacciones en contra del film por parte de los sectores más conservadores no se hicieron esperar desde los primeros días de su estreno, reacciones ciertamente angustiosas de una parte de la sociedad mojigata e intransigente que no hacen sino evidenciar su falta de miras, su alarmante falta de permisividad y su nula capacidad para entender (y querer hacerlo) al que es diferente a ellos, con lo que pasan de ser meros ciudadanos enojados que defienden una idea a convertirse en ultras enfervorecidos sin cerebro ni ideas propias.Por suerte para los que amamos el cine, el buen cine, toda esta polémica no sirvió para nada y la película fue premiada en el Festival de Cannes en el año 2001 (lo cual no evitó que la censura sacara sus tijeras a pasear y eliminara de la versión en alquiler escenas tan comentadas como la de la automutilación genital o algunos diálogos hirientes... sí, esos mismos censores que piensan que ver 5 partes de "Saw" no es perjudicial pero que una sexta sí lo es por su "violencia gratuita"... sí, los mismos que no harán nada ante la próxima película de "Caótico Médem", plagada de escenas tórridas porque se trata de supuesto cine de autor... Y que conste que a mi me parecerá bien que no hagan nada, no se crean, que yo estoy total y aboslutamente en contra de la censura y lo único que digo aquí es que tienen diferentes maneras de medir y hacer
valoraciones, nada más, que si por mi fuese, los censores estarían en su casita buscando otro trabajo).El cine, no así la literatura, ha tendido siempre a plasmar el sexo (y la violencia salvo honrosas excepciones) de manera más que irreal y falsaria, pero Haneke es incluso hasta demasiado realista (entre los que me incluyo) para según qué personas y nos hace sentir dolor en lugar del placer que sienten los protagonistas. Cierto es que cada uno entendemos la sexualidad, al igual que todas las facetas de nuestra vida, de manera muy diferente a los demás y a todos no nos atraen ni nos excitan las mismas cosas que a la persona que tenemos al lado. Bastaría con leer tratados y estudios de personas tan ilustres como El Marqués de Sade, Deleuz ("Presentación de Sacher-Masoch. Lo frío y lo cruel" o su estudio del Eros en el cine de Antonioni), Freud (El problema económico del masoquista), o Richard von Krafft-Ebing(Psychopathia Sexualis) para darnos cuenta del amplio espectro de conductas y supuestas "desviaciones" que pueblan nuestra humanidad; "desviaciones" con las que algunas personas tratan de suplir las carencias afectivas de su alma encerrándolas en la Caja de Pandora de su corazón, como ocurre en este caso con la introvertida protagonista de la película, Erika Kohut. El ser una persona excesivamente introvertida es algo que siempre ha apasionado a los psiquiatras, que siempre han visto un rasgo negativo en ello, concluyendo que las personas que son así sienten una indiferencia total hacia sus semejantes y son incapaces de expresar sus sentimientos de manera adecuada, algo que define al personaje principal de la película de manera exacta, en quien parece prevalecer más el deseo de morir que el de seguir con esa vida insulsa únicamente aderezada por sus depravaciones sexuales y en la que advertimos desde el primer momento una nula capacidad de cambio o redención. También es cierto que la gente que se codea en ambientes más refinados, como es el caso de Erika, y con personas que tienen de todo encuanto lo deseen, tienden más a aburrirse de lo "mundano" y de lo de todos los días, por lo que tratan de ser cada vez un poco más atrevidos y no dudan en adentrarse y experimentar en los procelosos caminos, algunas veces oscuros, que nos ofrece el abanico de la sexualidad (recuerden si no a esos aristrocráticos y snobs aburridos que montaban orgias por doquier en la cinta "Eyes Wide Shut", por ejemplo). También cabría destacar, que muchas (por no decir todas) de las patologías que sufre nuestra protagonista, son debidas a la represión (sexual sobre todo) que ha sufrido por parte de una madre posesiva, que no le ha dejado tener adolescencia ni despertar sexual (recordemos que duermen juntas en la misma cama); y es que no hay que olvidar lo que pueden llegar a influír en nosotros, cuando somos niños o adolescentes, ciertas cosas que nos sobrepasan (y me viene a la mente una película que volví a ver esta semana, la sublime, maravillosa e injustamente olvidada "The Reader", donde un joven va a quedar marcado en su comportamiento para siempre por lo vivido en un sólo verano).
En esta ocasión, al igual que sucediera en la ya comentada "El Castillo", la película está basada
en un libro (donde la palabra tiene un peso extraordinario), en concreto en la novela homónima de Elfriede Jelinek, escritora desconocida para mi salvo por esta obra, he de confesar (pero esta vez la adaptación no es tan férrea ni exacta como en el caso del libro de Kafka, dejándole un poco más de libertad a Haneke para que desate su genialidad y talento). Tal es así que por ejemplo, al personaje de Walter Klemmens, Haneke le da una visión totalmente diferente a la que tenía en la novela, pasando de ser en el libro un personaje infantil y algo fascista a convertirlo en el film en un hombre que puede despertar cierto interés y atracción entre el público femenino y además le da un protagonismo al personaje en cuestión y a la historia de "amor" que en la novela no es más que una trama secundaria, porque a Haneke lo único que le interesa es mostrarnos la incapacidad que tiene el ser humano para amarse y quererse de verdad, teniéndose que ver arrastrado a intentar demostrarlo de maneras menos morales y depravadas (nuevamente hace acto de aparición la incapacidad de comunicarnos, en este caso de comunicar nuestros sentimientos).Ya sólo con la primera escena, la de la pelea continua entre madre e hija, nos define a la perfección cómo son los personajes que nos vamos a encontrar en la película y cuán desgraciada es la existencia de los tres personajes principales del film.
Erika es una mujer que a pesar de contar con cuatro décadas a sus espaldas, aún no ha conseguido independizarse ni salir del yugo de una madre posesiva (como lo fuera la de Norman
Bates o la de Carrie). Erika es una Isabelle Huppert deslumbrante, que a pesar de no ser una mujer hermosa ni bella, su portentosa interpretación y su imponente presencia en pantalla (y fuera de ella) hace que la veamos (olvidándonos de sus defectos y carencias) como una mujer sugerente e incluso deseable. De moral cambiante y conducta abyecta, se ha convertido en un fiel reflejo del Dr. Jekyll y Mr. Hyde que tiene una cara elegante, capaz de desenvolverse con gracia y naturalidad en el refinado ambiente de la clase elitista musical de Viena, donde es una cotizada pianista; y por otro lado tenemos a la "bestia", que es capaz de descender sin problema alguno a los infiernos de la carne, la lujuria y la morbidez y que gusta de visitar cabinas de sex-shop recién usadas, de espiar a las parejas haciendo el amor, de automutilarse o de dañar, golpear y humillar a los demás para obtener su dosis de placer sexual. Es una mujer dura y despiadada con sus alumnos, pero incapaz de oponerse a los caprichos de su madre. Pero no hemos de engañarnos tampoco, que Erika no es así sólo por la conducta represiva de su madre, si atendemos a las palabras de Nacho Cagiga podremos verlo desde otro enfoque: "No son los condicionamientos psicosociales los que han hecho masoquista a Erika, sino que ese masoquismo se vuelve conflictivo precisamente porque la normalidad aparente que lo envuelve todo esconde en su subsuelo, bajo sus dobles capas, toda una serie de miserias humanas reprimidas que emponzoñan el ambiente".La madre, brillantemente interpretada por Anne Girardot, es el único personaje que carece de nombre propiamente dicho. Sabemos que es la Señora Kohul y el hecho de no tener un nombre concreto hace que su figura se extrapole en el espectro de la sociedad y su puesto pueda ser usurpado por cualquiera de las madres que hay como ella por el mundo. Su misión en el mundo es el de velar por el talento de su hija, forzándola a alcanzar las cotas más altas en su profesión y a mantenerla siempre alerta aunque sea discutiendo con ella continuamente. Le controla los horarios, los gastos y hasta sus pensamientos, cualquier cosa que Erika trate de hacer por sí misma.
Walter, el joven que encandila a Erika, es un "niño" jugando a ser mayor. No entiende a Erika ni el juego que esta le propone y cuando cree haberlo hecho, no es consciente de que ha fracasado estrepitosamente, ya que lo único que consigue en confundir las teorías de Sade y Masoch y se pierde en una frustrada espiral de violencia deplorable, condenable e injustificable (teniendo en cuenta que hablamos de "violencia" consentida sadomasoquista, que cualquier otro tipo de violencia está injustificado siempre, quede claro), con lo que cruza una línea y un límite que jamás nadie debería traspasar.
Por favor, acérquense a esta cinta con cautela, sin prejuicios y pensando que van a encontrar en ella reminiscencias del cine de Chabrol, de Antonioni sobre todo y algo del "Belle de Jour" de Luis Buñuel pero elevado al infinito. Mírenla y olvídense de la falsa moralidad que nos rodea, porque se supone que nuestro mundo, nuestras vidas, están regidas por el respeto al otro y por la moralidad... sí, claro, y por la justicia también, ¿verdad?... En fin, he aquí una historia de de (auto)dominación del alma y (auto)humillación, de (auto)sufrimiento y placer enfermizo mal entendido, de soledad y represión sexual, he aquí la historia de una mujer que no se quería y por lógica no podía querer a los demás... ¿hay algo más triste que no quererse?. No, creo que no.
Ficha técnica
Título original : (La Pianiste); Dirección: Michael Haneke; Guión: Michael Haneke, basado en la novela homónima de Elfriede Jelinek; Productor: Alain Sarde; Fotografía: Christian Berger; Música: Selección de piezas de Schumann y Schubert; Edición: Monika Willi, Nadine Muse; Reparto: Isabelle Huppert (Erika Kahut), Benoît Maginel (Walter Klemmer), Annie Girardot (madre), Anna Sigalevitch (Anna Schober), Susanne Lothar (señora Schober), Udo Samel (doctor Blanskij); Austria - Francia, 2001. 130 min.
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