Ya saben que no puedo ocultar mis preferencias por aquellas pinturas que cuentan una historia, que entre sus pinceladas se transmiten ideas y símbolos que nos llevan a alguna parte. En este caso se trata de "El cirujano", del pintor flamenco Jan Sanders van Hemessen, un especialista en ironizar sobre las debilidades humanas. El óleo describe una operación quirúrgica consistente en extraer de la cabeza una formación calcárea maligna, la conocida como "la piedra de la locura". Se creía por entonces que, las enfermedades mentales, se debían al mal ejercido por estos tumores pétreos parecidos a los cálculos renales que oprimían el cerebro. Charlatanes y falsos cirujanos iban por las ciudades ofreciendo sus servicios, consistentes en absurdas operaciones de trepanación en donde se extraían supuestamente las maléficas piedras. En el cuadro de Hemessen podemos ver una de estas carnicerías en manos de un médico chapucero cuya cara, cercana a la caricatura, nos muestra el engaño por medio de esa mueca y sonrisa mal disimulada. Es ayudado por dos mujeres. Mientras una de ellas prepara extraños ungüentos, la otra sostiene la cabeza del paciente con un rostro de severidad. A la derecha, el siguiente en la lista para la extracción, realiza un extraño ejercicio, una singular mezcla entre lo físico y lo ritual, un precalentamiento o un ruego a la providencia. Como curiosidad podemos contemplar también una colección de piedras colgando de una cuerda, trofeos del cirujano extraídos a otros pobres infelices.
El Bosco
La siguiente obra pertenece a El Bosco y se titula "Extracción de la piedra de la locura" y el texto que aparece en la misma es claramente explicito, no dejando lugar a dudas: “Maestro, extráigame la piedra, mi nombre es Lubber Das”. El nombre no ha sido elegido al azar y muestra las claras intenciones del artista sobre lo que sucede en el cuadro. Lubber Das es un personaje de la literatura holandesa que encarna la necedad. Todo en esta pintura indica un propósito nada disimulado. El médico lleva un extraño sombrero en forma de embudo, algo asociado a los pecados capitales y desde luego a la locura, en este caso camuflada en forma de engaño. La mujer lleva un libro en la cabeza, pudiendo significar, en caso de que fueran las sagradas escrituras, su confianza en la fe, una fe alejada en cualquier modo de la razón. Podría simbolizar también un libro cerrado, una suerte de ignorancia ciega. Por último, cabe señalar la mirada que el pobre Lubber dirige a quien contempla el cuadro, de resignación ante lo ya inevitable. Si nos fijamos en su bolsa, podremos contemplar como la atraviesa un puñal, señal inequívoca de la estafa.Bruegel
La versión de Pieter Bruegel es sin duda la más divertida. Aquí la operación no se realiza a campo abierto, sino en una consulta que parece más un manicomio que otra cosa. Al personaje central se le está extrayendo la piedra del mal, mientras es sujetado por el ayudante del cirujano, cuyo instrumental está depositado en el suelo, una muestra más que evidente de lo superfluo que podría ser considerada la higiene. Detrás de esta representación central, una cola de pacientes espera su turno en la puerta, mientras uno de ellos entra a cuestas, quizás de algún familiar o una enfermera de tan caótica consulta. A la derecha un hombre se resiste mientras es sujetado para que no escape. A la izquierda otro paciente ha volcado la silla en la que estaba atado, en su afán por huir en una lucha frenética con su captor. Dos individuos se muestra tranquilos sentados, ya han pasado por la traumática experiencia y contemplan con curiosidad el trance de la operación. A destacar dos personajes curiosos y estrafalarios. Uno desnudo y haciendo sus necesidades al fondo del cuadro, un claro aspirante a caganer, y otro sentado en un canasto, con un vaso en la cabeza y soplando con un fuelle, probablemente un brasero, supongo que intentando que las ascuas calentaran la estancia. Como podemos contemplar en la imagen de la izquierda, otros artistas encontraron en estas incipientes y peligrosas trepanaciones una fuente inagotable de inspiración. Respectivamente podemos ver las versiones de Jan Steen, Pieter Jansz Saenredam y Pieter Huys. Sin embargo, no todos los expertos se ponen de acuerdo en conceder credibilidad a la conocida extracción de la piedra de la locura. Algunos opinan que, ningún documento histórico acredita tales prácticas entre la Edad Media y el Renacimiento. Se trataría pues, de representaciones alegóricas sobre la superchería y la falsa medicina de charlatanes y curanderos. Es evidente que el tono burlesco de muchas de estas obras, en especial la de Bruegel, muestran ese tono satírico respecto a tan precarias lobotomías. Otros autores, en cambio, muestran una tesis algo distinta, argumentando que, algunos depósitos de calcio en el cerebro, podría haber hecho creer, en aquella época, que eran formaciones similares a los cálculos renales y que provocaban la locura y la estupidez. Sea como fuere, prácticas reales o alegorías, lo que es más que evidente es que la intención de los pintores eran claramente crítica y disuasoria, un claro aviso sobre la mala praxis médica de charlatanes y embaucadores.