Hace unos días Mi vida con hijos escribía en un tono más serio de lo que es habitual en su blog sobre este tema. También Mamá sin complejos tocó un tema relacionado, aunque desde el lado “opuesto”: lo que ella percibe como no aceptación de las mamás que no trabajan fuera de casa. Todo esto cuando yo andaba rumiando esta entrada, y no creo que sea casualidad, sino al contrario, creo que es algo en lo que pensamos casi todas las madres. Y es que está claro que hagamos lo que hagamos, parece que las madres siempre tenemos dudas. Si no se trabaja, porque no se trabaja. Si se hace, porque hay que dejar a los niños muy pequeñines en la guardería, por ejemplo.
Ahora que mi reincorporación al trabajo está cerca, vuelvo a darle vueltas a la conciliación, palabreja que suena muy bien y vende mucho, pero que a día de hoy está bastante hueca, me temo. Soy afortunada y no tendré que dejar a Chiquinina en la guardería con cinco mesecines, pues la cuidará mi madre, quién mejor, como ya hizo con el Chiquinini . Es una abuela joven y lo hace encantada, no sé qué haría yo sin ella…
Pero me pregunto continuamente cómo viven los Chiquininis el tener una madre ausente buena parte del día. Chiquinini ya me dejó claro en una ocasión su parecer, pero más allá de una rabieta puntual tras las vacaciones, ¿qué sentirá?¿qué pensará?
Pienso en cómo voy a volver a volar de un sitio a otro, para no robarles ni un minuto más, evitando en lo posible los médicos, la peluquería, corriendo al supermercado (bueno, ahora ya puedo llevar conmigo al Chiquinini), enfadándome si hay cola en la gasolinera porque me voy a retrasar unos minutos más en volver a casa, no atendiendo llamadas de teléfono aunque sean de mis amigos si creo que se van a alargar, intentando ir a casa a comer aunque pase más tiempo en el coche que en casa para verles, etc. Y cargando siempre siempre con esa piedrecita en mi bolso: la de la culpa.
Hace un año me preguntaba si se es peor madre por trabajar. Creo que no y me considero tan buena madre como la que más, pero es todo muy complejo. Quiero trabajar (tengo lo que se llama untrabajocomodiosmanda y no todo se reduce al dinero, que ya estoy harta de oir esa cantinela), pero también quiero estar todo el tiempo del mundo con mis Chiquininis. Si hubiera algo parecido a la conciliación de verdad, no sólo de boquilla…Para mí lo ideal sería poder estar en casa mientras son tan pequeños, y poder volver al trabajo sin perder el tren cuando estuvieran un poco creciditos y empezaran a pasar más tiempo en el cole por ejemplo.
Pero la realidad es que cada uno toma una decisión, bueno, más bien cada una, porque los padres en el 99% de los casos ni se lo plantean….Trabajar o no. Yo he optado por lo primero, pero tengo que reconocer que aunque el Chiquinini ( sobre la niña no digo nada porque es aún un bebé del que no me he separado) es un niño muy feliz, no consigo dejar atrás completamente la sombra de la culpa...